Entre todas esas cosas inexplicables que te encuentras en el día a día hay algunas con gracia y otras que no tienen ninguna.
Divertida es lo de nuestro fotógrafo Mauricio Peña cada vez que va a la Cultural. Le cabrea que se sepa, pero yo creo que lo suyo es un don. Cada vez que están en su turno los partidos de casa del conjunto leonés, puntuar está asegurado y ganar muy cercano. Llegó a encadenar 13 encuentros seguidos sin perder y con 9 triunfos, perdiendo varios por el medio si no estaba. Es más, hace dos años llegó un jugador a una entrevista y, al saludarle, le dijo que si era el hombre que siempre que iba ganaban (anécdota totalmente real). El caso es que ha sido volver al Reino tras su larga ausencia obligada y, oh, casualidad, victorias, así que ya le ponen como nombre para recoger la acreditación para el partido como nombre ‘Talismán Peña’.
Ni gota de gracia pero igual de incomprensible es todo lo que está pasando con el Ademar. A lo de no jugar en el Palacio, no le pongo un pero. Las obras eran muy necesarias y se pueden retrasar, esa y cualquiera, más si son de esta envergadura. Pero que el club que por historia, repercusión y número de aficionados más mueve de la capital junto a la Cultural, no tenga donde entrenar porque parezcan ir a la cola del resto a la hora de buscarles una alternativa, es una cosa de locos.
Supongo que nadie que haya ido recientemente a Ventas Oeste o el CHF me defienda que un equipo profesional puede entrenar ahí. Partiendo de esa obviedad, lo lógico sería que, mientras el Palacio no esté disponible, la prioridad para coger hora en la segunda mejor instalación, San Esteban, fuera del Ademar. Con todo el respeto al resto de clubes que entrenan ya durante el año allí y tuvieran que cambiar su horario o desplazarse. Pero es de lógica (o debería serlo, ya se ve que no) priorizar, como lo es no excluirles y menos con la excusa de que es que manchan con la pega, porque en el Palacio siempre la han usado y se combina con otros deportes.
Aunque ojo, que nadie mire sólo fuera, sino también dentro, a la directiva. Primero, porque las obras del Palacio se conocían y la alternativa real para entrenar debería haberse buscado hace mucho. Segundo, porque una vez que hay este problema lo suyo no es callar (no sólo ellos mismos, se mandó a la plantilla no criticarlo), sino luchar por una solución aunque ese ruido cabree al Ayuntamiento.