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La condesa de Sagasta

17/12/2025
 Actualizado a 17/12/2025
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Uno de los paseos más emblemáticos de la capital leonesa es el de la Condesa, que así se llama en honor a la de Sagasta, Victoria Esperanza Dolores Mateo-Sagasta y Vidal, que ese era su nombre completo. Su vinculación con la ciudad –por si no lo sabes– se inicia por su relación con Fernando Merino Villarino, leonés de gran prestigio en la sociedad de su tiempo, farmacéutico –de la saga de los Merino, cuya farmacia, en la calle Ancha, aún lleva su apellido–, empresario y político –desempeñó importantes cargos; entre ellos, ministro de Gobernación–, con quien se casó en 1892.

Nacida en Madrid el 14 de febrero de 1875, Esperanza era hija de Práxedes Mateo Sagasta, uno de los políticos clave en la España de la segunda mitad del siglo XIX. Presidente del Consejo de Ministros en siete etapas distintas entre 1871 y 1902, fue quien –seguro que lo estudiaste–, con Antonio Cánovas del Castillo, articuló el ‘turnismo’, el sistema de alternancia en el poder tras la Restauración borbónica en 1874.

Esperanza fue nombrada ‘condesa de Sagasta’ en 1905 –mediante real decreto del año anterior–, título nobiliario creado por el rey Alfonso XIII en memoria de su padre, fallecido en 1903 –y que heredará su hijo, Carlos Merino y Mateo-Sagasta–; e ingresó también, en 1909, en la Orden de Damas Nobles de la Reina María Luisa, que distinguía a aquellas mujeres de la nobleza por sus servicios o cualidades.

Como supondrás, lo que hoy es el paseo de la Condesa en nada se parece a como estaba el terreno por aquella época, entonces a las afueras de la ciudad. Será en 1915 cuando el Ayuntamiento comience a plantar árboles y lo decida dedicar a Esperanza Mateo-Sagasta –que parece acostumbraba a recorrerlo–, por su actividad en la sociedad y su cercanía a los leoneses.

El 21 de diciembre de 1925 –el domingo se cumplirá un siglo–, fallecía la condesa en Madrid a causa de una hemorragia cerebral, con tan solo cincuenta años. Una manera sencilla de recordarla es, naturalmente, disfrutar de ‘su’ paseo…
 

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