Como describe con maestría el clásico protagonizado por Anthony Quinn, ‘Las Sandalias del Pescador’, el Papa es uno de los mandatarios mundiales más influyentes, cuando habla le escuchan 1.400 millones de católicos de todas las razas, nacionalidades, estatus sociales, etc. Todo envuelto en una estética ceremonial compleja, revestida de tradición, misterio y símbolos, llamativo a la vista y ostentoso por naturaleza. Ingenuo sería pensar que no hablamos de política, política eclesiástica, dicen algunos, yo la llamo política pura y dura.
De principio a fin (Ab initio usque ad summum), prueba de ello son los numerosos movimientos políticos que preceden y suceden al cónclave, desde que un Papa empieza a toser de forma sospechosa, diría yo…pero si nos abstraemos de sotanas, capelos cardenalicios y anillos tiene muchas similitudes a los congresos y convenciones de partidos políticos a los que estamos más acostumbrados. Pertenezcamos o no a la ‘cofradía’ en cuestión, toda organización con vocación de representar a la sociedad, o a parte de ella, influye en el todo como la sociedad influye en ellas.
La polarización en las opiniones sobre asuntos vitales estuvo presente también en el cónclave de la sucesión del Papa Francisco. La homosexualidad, los abusos dentro de la iglesia, la mujer en la iglesia católica, posiciones que tenían fuertes detractores y firmes defensores según el tema a tratar. Y, aunque muchas lectoras y lectoras piensen: y a mí que me importa si yo no pertenezco a su comunidad, en eso disiento. Como en el Principio de Incertidumbre formulado en 1927 por el matemático Heisenberg, el principio está relacionado con el hecho de que el observador, con el mero hecho de ser testigo, influye en la realidad que está observando, la altera, introduce una variable de indeterminación. Ante los desafíos que está teniendo que enfrentar este viejo mundo nuestro, toda ayuda es poca. Los retrocesos que vivimos en muchos países en derechos humanos, las guerras, el exterminio del pueblo palestino por el genocidio causado por Israelí sobre Gaza, la dictadura asesina y machista de los talibanes en Afganistán, el auge de la extrema derecha, que llaman nueva pero claman viejas proclamas llenas de machismo asesino, racismo y xenofobia, se deben enfrentar desde todos los estamentos.
La convivencia pacífica, la concordia, la paz, los derechos humanos y los valores democráticos deben ser principio y cimiento común para todas las sociedades, religiones, razas y culturas, Urbi et orbi. Y es por ello que decepciona, otra vez, la Monarquía Española, tan moderna y del SXXI como nos quieren hacer creer, porque sorprende, por no decir escandaliza, la ausencia de la Casa Real en el primer acto por los 50 años de la muerte del dictador Franco, que sumió a nuestro país en 40 años de oscuridad, represión y muerte, tras una guerra civil cruel e injusta derivaba de un golpe de Estado al legítimo Gobierno elegido en las urnas.
Sin embargo, los Monarcas sí asistieron al homenaje a los españoles de Mauthausen en el 80 aniversario de la liberación del campo, por aquello de que queda lejos y así no soliviantan a los que niegan la dictadura franquista aquí, donde por otro lado reinan. Quizá vaya siendo hora de convocar otro ‘cónclave’ para la sucesión de la Monarquía en España y desterrar eso de que alguien herede la jefatura del Estado por nacer el primero en una familia, mientas tanto Felipe VI debiera estar a la altura de su tiempo no vaya a ser que asista a su propio cónclave y ya saben lo que dicen… el que entra al cónclave de Papa, sale Cardenal…