Foto Turrado Crónica (nueva)

Concentración empresarial

16/05/2025
 Actualizado a 16/05/2025
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El campo pierde activos, se juntan explotaciones, y cada vez son más grandes. El resultado de todo esto casi nunca es ganar más, es mantenerse, ganar lo mismo, no perder cada año por el hecho de ser menos competitivo. Pues bien, esto mismo está ocurriendo en las empresas de la provincia que proveen de bienes y servicios al sector primario, pequeñas empresas familiares, la mayoría ya muy consolidadas, que se ven en la necesidad de redimensionarse para afrontar nuevos retos. Decimos esto la semana en la que se ha conocido el desembarco de Agrocantabria al comprar los activos de la extinta cooperativa LAR. Cuando recientemente hemos conocido el crecimiento, por otra compra importante, de Lesa, una empresa muy ‘leonesa’ pero de capital charro. También cuando hemos sabido del desembarco de la salmantina Campal, con un acuerdo societario con Biocelama, en la vega del Esla. Todo esto a la vez que crece, a base de la compra de almacenes locales de cierto tamaño, la empresa que opera para la multinacional Glencore. Y en el mundo cooperativo, mientras permanecen agazapadas la zamorana Cobadú y la palentina Agropal haciendo operaciones puntuales, quién se come el pastel es Agropecuaria de Navarra (AN), que en su plan de expansión en la provincia, pronto inaugurará unas nuevas y potentes instalaciones en Goraliza del Pino, aprovechando los nuevos regadíos de Payuelos.

El negocio debe de estar en mover volumen, en conseguir mejores condiciones en la compra de fertilizantes –que en gran parte llegan de importación a los puertos–, en conseguir mejores operaciones de venta a las fábricas de piensos compuestos, y en conseguir financiación de los bancos para mover un volumen ingente de mercancía financiándole muchas veces a los agricultores la compra de los insumos hasta la recogida de la cosecha. Y todo esto, dando un buen servicio al agricultor, lo que se hace con plantillas de profesionales para atender en los almacenes y desplazarse a las fincas, con unos costes laborales que se han disparado en los últimos años, y donde hasta es difícil encontrar quién quiera trabajar.

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