28/09/2025
 Actualizado a 28/09/2025
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El 21 de septiembre de 2025, 151 de los 193 Estados miembros de pleno derecho de las Naciones Unidas –78 %, incluido el español– habían reconocido ya el Estado de Palestina, además de tres de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Más la suma de otros siete países al anunciar que lo reconocerían de inmediato con algunas condiciones, como así ha sucedido.

Por el contrario, muy pocos países, entre los que se incluyen Israel y Estados Unidos, no reconocen a Palestina como Estado independiente, adoptando tal postura por la idea de que dicho estado solo puede ser establecido mediante negociaciones directas entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina. Los principales obstáculos para un acuerdo definitivo son la delimitación de fronteras definitivas, la seguridad de ambos Estados, el acceso al agua, el estado de Jerusalén junto con el libre acceso a los lugares sagrados, la expansión de los asentamientos israelitas en Cisjordania y Jerusalén Este y el derecho de retorno de los palestinos que fueron expulsados o huyeron de sus hogares durante la guerra árabe israelí de 1948. A ello Israel dice que «Naranjas de la China».

El actual Gobierno alemán se encuentra, pues, ante el dilema –o como vulgarmente se dice entre la espada y la pared– de reconocer o no un Estado palestino. Pienso que por tener aún como complejo inculpatorio los millones de judíos asesinados durante la era nazi. Por este motivo siente una responsabilidad especial ante Israel e incluso la ha confirmado como «razón de Estado». En un discurso pronunciado recientemente en la reapertura de la Sinagoga de Munich destruida por los nazis, el canciller alemán Joachin-Friedrich Martin Josef Merz apenas contuvo las lágrimas al decir: «Desde el siete de octubre hemos estado experimentando una nueva ola de antisemitismo, con formas viejas y nuevas, abiertamente y sin disimulo, con palabras y hechos, en redes sociales, en Universidades, en espacios públicos». El pasado nazi le avergüenza, como muestra en su discurso al rechazar toda forma de antisemitismo en su país. Si bien, contrasta esta postura benevolente con su reprobación a la acción exterminadora israelita en la franja de Gaza, causa por la que ha determinado interrumpir las exportaciones de armas a Israel.

No obstante, una alianza de decenas de organizaciones políticas alemanas va en aumento contra la actitud de su Gobierno, merced a las atrocidades que el ejército hebreo viene cometiendo y acrecentando contra los gazatíes.

En resumen, hay actualmente en el seno del Gobierno alemán cierta reserva a condenar de genocidio la actual masacre judía en Gaza, merced –reitero–, por presumible complejo relacionado con el holocausto cometido por sus compatriotas durante la II Guerra Mundial. No obstante, la actual penosa situación palestina está generando ya controversia en gran número de la población civil germana, al unísono de lo que está sucediendo en la mayor parte del mundo al manifestarse contra la barbarie vengativa del gobierno de Benjamín Netanyahu. Una barbarie nacida como represalia al ataque ignominioso de Hamás (para unos países, organización terrorista; para otros, política y militar) el 7 de octubre de 2023 que, en un festival de música, llevó a la muerte a 1195 civiles y a la captura de 251 rehenes, algunos ya fallecidos y el resto aún sin rescatar.

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