miguel-soto.jpg

Clase mediana

21/01/2024
 Actualizado a 21/01/2024
Guardar

Vaya usted a saber si no sería uno de tantos alumnos de Humanidades con la Estadística desatragantada en la Academia Becker el que le dijo a la OCDE que pertenecen a la clase media aquellos que ingresan una suma (mensual, anual) entre el 75 % y el 200 % de la mediana del correspondiente ingreso nacional.

Corría esta semana esa noticia caducamente documentada sobre la clase media (La Deseada) y consiguió total atención y animó muchas conversaciones como tremendo topicazo que fue. Había sido concebida como un ‘clickbait’ de manual para picar así que hice lo que cualquier oveja. Eso sí, me habilitó para meter baza (si uno no lo está debería abstenerse) en un intercambio de opiniones en el que se cuestionaba aquel criterio pecuniario por vago. Aunque la horquilla calculada por el club de los países pudientes era grande, nada tiene que ver vivir en León con vivir en Madrid, bien se sabe. Con sueldos menores que la mínima es posible vivir cómodamente y si fluyen además beneficios sociales, pagos en especie, horas extra, pluriempleo o rentas en León se puede aspirar a hábitos de marqués, se dijo.  

Mientras, como las clases, aunque poco porosas, viven simultáneamente y en ocasiones experiencias no estereotípicas (¡Christopher Nolan!, ¡fílmalo!) los niños del Gumersindo recibían la atención de la Jefatura del Estado y los ultrarricos desde Davos pedían que se les gravase más para sostener el sistema y atenuar un poco las desigualdades, que a ellos no les iba a afectar, como sí podrían afectarnos a los del corrillo algunos gastos de envergadura. Buscando la prueba de fuego de la condición de mediano se mencionó el poder viajar sin cortapisas, gastar en ocio y cultura o acceder a niveles educativos superiores que garantizasen una formación sólida a los hijos. Poder afrontar imprevistos no se nos olvidaba, y alguno se acordó de que en su familia le educaron para que guardase ahorros con los que sustituir lo más caro que podía faltarle de sopetón. Una cirila, estuvimos todos de acuerdo. 

Pero tuvo que caracterizarse uno para cortarnos el rollo. Poder mantener el nivel de vida divorciado, esa es la prueba de fuego, dijo. Y esa prueba se nos antojó sumamente más chunga que la Estadística para los de letras. Y no hay academia que ayude a aprobarla.

Lo más leído