Una pregunta que un amigo me hace aparentemente sin trampa, pero que resulta tramposa (¿qué está más al norte, Venecia o Montreal?), me reafirma en cuánto me gustan los mapas y la afición que tengo a viajar con la imaginación con su ayuda. Y también lo tarde que descubrí que la visión académica que tenía sobre Grecia y el mundo griego antiguo era bien inexacta, por utilizar una lítotes y no decir que era directamente errónea. No me refiero únicamente a esa peculiaridad geográfica que probablemente nadie ignora, el hecho de que Grecia tenía un enorme territorio insular (actualmente unas 6.000 islas más o menos, muchas de las cuales están más cerca de otros países que de la metrópoli) sino una ingente cantidad de colonias de habla y cultura, por supuesto, griegas. Releyendo estos días a Calímaco, griego de Cirene que allá por el siglo III a.C. tenía claro que la poesía era la droga que todo lo curaba, tengo la certeza de que nunca podré conocer una parte del mundo con la que he soñado muchas veces: Libia. Allí es donde estaba Cirene, una ciudad que fundaron los griegos de Thera (hoy Santorini) y las otras cuatro que conformaban Pentápolis (Berenice, Arsínoe, Apolonia y Ptolemaida), heredadas por Roma en el siglo I a.C. De Cirene, además del poeta Calímaco, eran Eratóstenes (ese matemático y astrónomo que fue capaz de medir la Tierra), el médico Aristipo, el filósofo Sinesio y hasta Simón, a quien se obligó según los evangelistas a cargar con la cruz de Cristo. Daría cualquier cosa por conocer el sitio arqueológico de Cirene, el de Sabratha, el de Leptis Magna. También Tadrart Acacus y Ghadames. Libia tiene, nada más y nada menos, que 5 lugares declarados patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Pero, ¡ay! la guerra civil comenzó en 2011 y el mundo que siempre me pareció tan grande se está haciendo más y más pequeño. Viajaré sobre el mapa.

Cirene
17/04/2016
Actualizado a
07/09/2019
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