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El circo y el saco

05/10/2025
 Actualizado a 05/10/2025
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Había una vez un circo, que alegraba siempre el corazón. Lo cantaban ‘Los Payasos de la Tele’ en la única televisión que, por entonces, –principios de la década de los 70 (huelga decir del pasado siglo)- emitía en España con dos canales, el 1 y el 2, llamado este último UHF. La gente de la época lo recordará perfectamente. Pero no es el caso. Ahora es otro circo y no alegra el corazón. Más bien todo lo contrario. Porque España, hoy, es un espectáculo circense de muy diversas e indeseadas connotaciones y mucha negatividad cosida. Y es que la legalidad y el orden brillan por su ausencia, con un Gobierno enfangado hasta las cejas y una oposición de buena voluntad, aunque blandita y temerosa. 

A raíz de ello lo que viene ocurriendo con el Ejecutivo de Sánchez no tiene perdón. Y no de Dios, que viene a ser una frase hecha, sino de nadie con sentido común y dos dedos de frente. Es más, el país está siendo el hazmerreir de media Europa y parte del extranjero, gracias a las ocurrencias, mentiras (que las transmuta por cambios de opinión el sujeto que respalda el ‘copyright’ de la frase) y revoltijos políticos y personales de que hace gala el arrendatario de La Moncloa, apoyado y consentido por una hornada de ministros con presbicia, siempre dóciles y pusilánimes ante los mandatos iconoclastas del ‘amo’ y hacedor.

Y tanto es así, que este citado personal ‘subalterno’, en sus comparecencias públicas, repite, cual lorito enjaulado, las consignas y argumentarios que les entregan desde el palacio del ciudadano Sánchez. En este sentido es curioso (y hasta gracioso) que, frente a los medios y sus micrófonos, utilicen las mismas palabras y giros. Y hasta gestos. Oído uno, oídos todos. Y quien no lo hiciera así, ya sabe. 

El problema añadido de este barullo selvático y monclovita es que, en muchos de los supuestos -que los habrá-, van a pagar justos por pecadores cuando llegue la hora de la verdad. La de las elecciones. 

Porque todo este entramado que tiene montado Sánchez a su alrededor y beneficio personal –que es la madre del cordero- va a repercutir en la credibilidad política de muchos aspirantes socialistas, honrados y con las ideas claras. Al mismo cesto que vigila el presidente tramposo irá la mayoría, estén sanos como manzanas reineta o estén descompuestos y llenos de marcadas arrugas.

No obstante nadie asume responsabilidades. En cualquier democracia avanzada –la de España ya hay quien empieza a ponerla en entredicho- el individuo que se pasa a las Cortes por la entrepierna –ya ha dicho que ‘gobernará’ con o sin el apoyo del Congreso- estaría en su casa haciendo crucigramas. O punto de cruz, si es que le place. El saco que viene arrastrando –que no mochila- es inasumible. Los líos –otros dirán problemas, por aquello de las finuras comunicativas- se le acumulan. Pero él sigue. Como Felipito Tacatún. Y no frena.    
 

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