Angel Suárez 2024

Cientificamente probado

10/05/2015
 Actualizado a 18/09/2019
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No cabe duda de que la ciencia ejerce un poder casi hipnótico sobre las mentes más escépticas. El ateo, que enfrenta con mirada triste y sonrisa de suficiencia todo tipo de respuesta religiosa a los interrogantes de la existencia, acoge sin embargo con reverencia cualquier conclusión, por fantasiosa que suene, si se le presenta de algún modo respaldada por el llamado método científico.

Pero la ciencia es menos fiable que la Cultural en una liguilla de ascenso. Cada cierto número de años aparece en algún lugar del mundo una pila de huesos que obliga a recolocar por completo la cadena evolutiva, y que genera toneladas de nuevos estudios con conclusiones radicalmente opuestas a las de toneladas de estudios anteriores, pero ambas, tanto las nuevas como las superadas, estaban científicamente probadas. Palabra de Dios, solo que este dios parece caprichoso y se desdice con frecuencia.

Nadie negará que estaba científicamente probado que las grasas saturadas eran el origen de casi todos los males del hombre, pero seguro que el lector recuerda la noticia que saltó a los medios hace escasos meses cuando la propia portavoz de la American Heart Association hizo público un estudio que concluía que una dieta alta en grasas y proteínas, y baja en carbohidratos, reducía el riesgo de ataque al corazón ¡y hacía perder más peso que las dietas bajas en grasas! De nuevo se trata de conclusiones científicamente probadas, tanto como las que las precedieron, y seguramente tendrán una vida igual de corta, por lo que debemos apresurarnos a propagarlas los oriundos de la provincia con el mejor embutido del mundo.

Pero incluso entre las ciencias hay clases. Algunas, a pesar de ser poco de fiar, salvan millones de vidas humanas a diario, mientras que otras son simples artificios de feria, como esa degeneración de la Estadística y de la Sociología que se pone de manifiesto a través de las encuestas, especialmente en estos años electorales.

En el Reino Unido, donde sin duda aplican con gran seriedad el método científico, los estadísticos han hecho un ridículo de consideración. En España las ha habido más o menos acertadas, pero cuando provienen de una Administración pública o de un partido político, es sabido que han sido encargadas, pagadas y cocinadas con una finalidad muy diferente de la de averiguar la realidad social. Que se dedique dinero público a sufragar los contratos necesarios para mantener el circo pseudocientífico de las encuestas sería una vergüenza incluso aunque nadie comisionase por ellos, lo cual, creo, podemos descartar.
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