pedro-lechuga-mallo2.jpg

Chantaje o negociación

13/09/2025
 Actualizado a 13/09/2025
Guardar

No es la primera vez que la vicepresidenta Yolanda Díaz me ayuda en la elección del tema semanal de esta columna. Tenía en mente invitarles a viajar al Congo para presentarles una situación que nos debe avergonzar como seres humanos y que demuestra la hipocresía que impera en las sociedades del primer mundo, pero sus declaraciones calificando de chantaje la actitud de Junts en la negociación fallida de la reducción de la jornada laboral me obliga a reflexionar sobre dónde están los límites entre la negociación y el chantaje político y la hipocresía que también planea sobre este asunto.

“Hay que negociar sin condicionar el todo desde una posición de fuerza; eso ya no es negociación, es chantaje”, así expresaba la vicepresidenta su malestar ante lo sucedido. Antes de nada, indicar que soy un enemigo acérrimo del chantaje en la política, pero desde hace años, mejor dicho, décadas, es el modus operandi más habitual de los partidos nacionalistas. Por esta razón, no me sorprende su manera de actuar. Es lógico que se comporten así. La inmensa mayoría de las ocasiones les ha funcionado y ya saben lo que pasa con el chantaje, una vez que lo aceptas ya eres prisionero del chantajista hasta que él quiera.

En un mundo ideal de la política la negociación, fundamentada en la buena fe, el respeto y la voluntad de ambas partes de encontrar un punto intermedio, debe ser la base sobre la que se sustente la actividad parlamentaria. Pero como indiqué anteriormente, desde hace mucho tiempo las negociaciones de los partidos nacionalistas con el PP y el PSOE se basan únicamente en conseguir una ventaja propia, sin importar el perjuicio de la otra parte, en este caso, el resto de España. Y esto no es una opinión personal, sino que públicamente lo reconocen y se jactan de que a ellos la estabilidad del resto de comunidades autónomas y de sus ciudadanos les da igual. Su único fin es sacar el mayor rédito posible de sus votos, chantajeando al Gobierno, que con tal de no perder el poder va aceptando el pago de chantajes, aunque luego nos lo quieran vender como una negociación buena para todos en un burdo acto de hipocresía y manipulación.

Ahora, quien es chantajeado se apellida Sánchez, pero antes de él fueron sus predecesores, tanto socialistas como populares. Eso sí, es importante remarcar que ellos no son víctimas, sino cómplices, porque en su mano está negarse a aceptar el chantaje, pero no lo hacen porque saben que perderán el poder. Las víctimas somos usted y yo, es decir, todos los ciudadanos y el Estado en su conjunto.
 

Archivado en
Lo más leído