Hay muchas profesiones de riesgo en esta provincia, desde defensor de la Junta de Castilla y León hasta amante de la morcilla de Burgos. De un tiempo a esta parte y tras años amenazando con incluirse en la categoría se ha sumado una nueva: vecino de San Andrés del Rabanedo.
El 90% de mi vida la he pasado entre la fina línea que separa el alfoz con la capital, en la que prácticamente una mala noche te hace volver a casa dando tumbos de municipio a municipio. Una diferencia inapreciable a simple vista, pero que en el fondo tiene muchas más implicaciones para los que vivimos en el lado sanandresino de la frontera.
Porque comienza a ser necesario que en los carteles de bienvenida al municipio en vez de ‘San Andrés del Rabanedo’ aparezca un ‘cerrado por derribo’. El tercer ayuntamiento de la provincia es ya de por sí, por la herencia de años y años de pésimas gestiones, una plaza complicada no apta para cualquiera. Si a esa base con la que ya de por sí es difícil de lidiar se le suma un equipo de gobierno sin experiencia, no niego que con ilusión y ganas de hacer un San Andrés mejor, el cóctel es un caos como el que las circunstancias han ayudado a conformar estos últimos meses.
No se puede decir que la llegada de UPL al consistorio haya sido la mejor y es que con el ayuntamiento parado, centenares de nóminas por cobrar y asuntos millionarios pendientes de gestión, a ver con qué cara nos presentamos los vecinos a contarle a la alcaldesa que nuestros hijos siguen esperando a poder jugar en parques vallados por su lamentable estado, que los jardines del municipio son junglas a los que solo les falta la fauna silvestre o que haya zonas recién urbanizadas que apuntan a estrenarse una vez ya estropeadas. Muchos fueron a votar con la promesa de un soterramiento en la papeleta que cualquiera que sepa que el dinero no cae del cielo da por imposible. El órdago salió ganador y parece más que difícil poder cubrirlo. Pintan cuatro años muy largos para el equipo de gobierno en los que, honestamente, lo mejor que le podía pasar a San Andrés era ver aparecer por Pinilla al alcalde de León con una amistosa oferta de anexión.