Alfonso Martínez color

Cerrado por defunción

11/04/2024
 Actualizado a 11/04/2024
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El rebeco de bronce que posa majestuoso en la plaza del paraíso redipollejo llegó gracias a una donación de David Álvarez. Acababa de nacer Valles del Esla, que había instalado en el abandonado pueblo de Camposolillo parte de sus instalaciones con la idea de producir carne de calidad.

Pese a que recibiría ayudas públicas, nunca me dio la sensación de que aspirase a hacerse rico con aquel proyecto, que se desvanece ahora ante nuestros ojos en un claro ejemplo de que las vidas de nuestros pueblos son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir, pero también de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

David Álvarez montó la ganadería por amor a su tierra, pero tristemente todo aquello se fue acabando bajo la cada vez más habitual premisa de que los padres trabajan toda la vida para dejarles algo a los hijos y estos lo desbaratan porque no les ha costado nada conseguirlo y prefieren pelearse con sus hermanos antes que tratar de mantenerlo. No es rentable, pero tampoco trabajaron para que lo fuera. Y no todo en la vida es rentabilidad.

Pocas cosas son rentables en los pequeños pueblos y las hay que tampoco lo son en los grandes municipios. Oímos de nuevo que Villanubla debe ser el único aeropuerto de esta nuestra comunidad y algún adalid de la estulticia que confunde periodismo con macarrismo lo apoya pese a ejercer en este nuestro terruño. Los billetes desde León son caros y están subvencionados, cerremos nuestro aeropuerto y mantengamos sólo el de Valladolid. ¿Qué será lo siguiente? ¿Cerrar el Hospital –como han hecho con infinidad de consultorios rurales– y que así vayamos al Río Ortega? Seguro que en la Junta aplaudirían con las orejas, porque les encanta centralizar todo pese a desperdigar ahora la fiesta de Villalar para que nos sintamos parte de esta nuestra comunidad.

Pero claro, para que no acabemos colgando el cartel de cerrado por defunción, el leonesismo debería ser algo más que cuatro titanes que bregan, cuarenta que miran y cobran desde el tendido y cuatrocientos que confunden la defensa de esta tierra con publicar un tuit cada cuarto de hora o salir a la calle a lucir pancarta.

No le dé muchas vueltas, avezado lector, porque nada va a cambiar y con estos bueyes tendremos que seguir arando.

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