Cuando cayó Santos Cerdán ya escribí la forma sibilina para averiguar su cercanía con Javier Cendón: su posición privilegiada en el bastión parlamentario del PSOE que da plena cobertura en el regazo del calor de los que mandan. Como les dije, me encanta mirar las caras que conforman el cuadro de Guernica de los grupos políticos. Observando la escalada del Everest de los escaños uno puede anticipar quien cae en gracia a los que mandan en su partido y quien es repudiado a un asiento con vistas a la columna de turno. De la misma manera que se podía presagiar el ascenso meteórico de Ester Muñoz en el PP al estudiar los posos que dejaba el café comprado en el mismo sitio en el que se lo sirven a los pesos pesados de Génova, podemos adivinar la suerte de Cendón en el PSOE.
Ha pasado un tiempo (no tanto pero ya saben que en política todo ocurre más deprisa) desde que la sombra de la sospecha se cerniera sobre su colega Cerdán. Ambiente contaminado de indiscreción que afecta en la mayoría de ocasiones a todos esos santos inocentes que le han acompañado en sus andanzas. En la Comunitat Valenciana todos los que eran de la cuerda de Ábalos y compañía han sido defenestrados, sepultados. Ángel Franco, un paisano nuestro afincado en tierras alicantinas y que hasta hace nada mandaba en el PSOE de Alicante con mano de hierro, ha pagado su afinidad con los apestados hasta el punto de que cuando la líder del PSOE valenciano, la ministra Diana Morant, pisa su territorio le pide a su séquito de seguridad con foto en mano que no dejen que ese señor tenebroso se acerque a ella.
Mientras unos se han quedado exiliados en cuarentena, Javier Cendón, a pesar de que se pellizque todos los días por haber salvado el punto de break de las primarias provinciales con el capricho de los plazos temporales, sigue estando en una posición privilegiada en el grupo parlamentario socialista en el Congreso. Ahí está, al lado de la guardia pretoriana, mirando de tú a tú a Pedro Sánchez mientras su amigo Cerdán mira a través del pequeño ventanal de su celda carcelaria.
Resistiré.