En el sur de provincia de León, lindando ya con la de Zamora, y en plena Vía de la Plata, Alija del Infantado –llamada, en origen, Alixa; y desde 1789 y hasta 1960, Alija de los Melones– cuenta con su castillo-palacio –al lado mismo de la plaza Mayor, junto al ayuntamiento– como uno de sus grandes atractivos. «Un palacio y dos castillos, para ser precisos», me decía José Antonio Prieto Crespo, que fue alcalde de la localidad entre 1991 y 2009, con quien tuve en su día ocasión de charlar un ratín.
Aunque existe una vaga referencia a un torreón defensivo de época romana, es en el año 931 cuando se documenta una fortaleza que, a lo largo de los siglos, irá cambiando de manos –los Ponce, los Quiñones, los Pimentel…– y pasando por diferentes reedificaciones. La construcción que hoy conocemos –de planta cuadrangular, con cubos en las esquinas y puerta de arco redondeado; y que llegó a contar con trece torres– debió de ser ordenada por Bernardino Pimentel hacia 1514.
Durante la llamada Guerra de la Independencia, el 29 de diciembre de 1808, los ingleses derribaron a cañonazos el puente de la Vizana e incendiaron Alija, incluido su castillo. Era su señor Pedro Alcántara Álvarez de Toledo y Salm-Salm, XII duque del Infantado; quien, por cierto, al inicio del conflicto y durante un breve periodo de tiempo, apoyaría al rey José Bonaparte, cambiando después de bando… El castillo fue reconstruido pero, en 1887, sufrió otro incendio –en este caso, fortuito– y, poco a poco, fue quedando en ruinas…
En la actualidad, el castillo –hace ya un tiempo tuve ocasión de visitarlo con Mónica Carballo, que es de allí–, cuyo interior está vacío, se conserva por fuera en muy buenas condiciones, como también su paseo de ronda. Y las vistas desde lo alto de la torre –reservada para uso municipal– merecen, desde luego, la pena. Una cigüeña que nos estaba esperando cuando, a través de una trampilla, llegamos arriba, debía de pensar lo mismo; ya me dirás si tú también compartes nuestra opinión…