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Carta a los Reyes

10/12/2023
 Actualizado a 10/12/2023
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Queridos Reyes Magos:


Hace tiempo que no os escribo, disculpadme, pero lo de pedir se me diluyó en desengaños. Por ejemplo, y para empezar, os confesaré que con lo de reyes y magos se la dais a otro. En ningún sitio de las Escrituras se os menciona como lo primero (invento medieval para justificar tanta testa coronada) y lo segundo será porque lo de astrólogos persas a ver cómo se lo explicas a la chavalada.

Quien más quien menos se encubre tras apodos y caretas más o menos artificiales para hacerse el importante o el interesante, eso lo disculpo. Tampoco os echo en cara los incumplimientos: contra el vicio de pedir, etc. No siendo mágicos, no se puede exigir magia. Lo que no os paso es el motivo por el que escribo con urgencias de damnificado; entiendo que se trata de vuestro negociado y algo podréis hacer. Basta ya. Acotad la Navidad por el bien de los humanos, el niño, la madre, el padre y la parentela; la estrella de Belén, los camellos, los pastorcillos y toda la peña.

Que enciendan la iluminación callejera en pleno noviembre tiene un pase. Aunque se haya convertido en una competición ridícula donde alcaldes de varios pelajes (el de Vigo, el de Badalona…) hacen el ridículo jugueteando con bombillitas, no deja de reforzar el alumbrado urbano, exiguo de habitual para ahorrar energía (nótese la contradicción). Que pongan puestos callejeros y llenen las calles de feriantes empieza a convertirse en lo normal: rara es la época del año en que no hay casetas, chiringuitos y demás ocupando la vía pública, deberían dejarlas fijas cual terraza acristalada en plaza de San Marcelo. Las rebajas en las tiendas funcionan como una más de la serie: todo se hace en bajar precios previamente elevados: viernes negro, ciberlunes, martes manso, miércoles feroz… Los anuncios puedo ignorarlos por costumbre, aunque me asombra su convencimiento de que en esta época olemos peor. De comidas y cenas ni hablaremos.

Pero si hay algo con lo que no puedo son las cancioncillas navideñas, villancicos, tonadas y demás cursiladas blancas y afectuosísimas. Eso no. Los ojos pueden cerrarse pero en los oídos entra de todo, de Bing Crosby a Mariah Carey, pasando por George Michael y los niños de todos los sanildefonsos. Provocan gusanos auditivos del tamaño de los de Arrakis.

Para vosotros la cosa no tendrá importancia, supongo. Os ceñís al sprint final, y además habéis entrado en liza con Santa Claus, Papá Noel, el Pascuero, el Olentzero y una caterva de abueletes decididos a efectuar nocturnos allanamientos de morada con intenciones no siempre claras. Os quitan nombre y trabajera, lo uno por lo otro, así que felices.

Mi petición es sencilla: ni siquiera quiero que la Navidad comience, como lo hacía en mi infancia, con el soniquete de la lotería: lo de traer la infancia de vuelta es cursi y solo da que problemas, pero al menos dadnos tregua. Que no empiece en los Santos y se prolongue hasta el día en que empecemos a ver disfraces de carnaval. Un poco de calma.

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