Hola, amigo. Quiero hablarte sin lecciones, solo desde la experiencia de haber sido tú, con dudas, miedos y esa sensación de no encajar del todo. No busco convencerte, solo ayudarte a mirarte sin miedo, porque sé que a veces lo que sientes pesa más de lo que dices y parece que nadie lo nota.
Quiero que revisemos juntos algunas ideas que te han acompañado sin que las hayas elegido. Muchas parecen verdades, pero no lo son. Y si no las cuestionas, pueden convertirse en límites que arrastres sin darte cuenta, esos que te hacen pensar que no eres suficiente o que vas tarde cuando en realidad vas justo a tu ritmo.
La primera es esta: «Mi valor depende de mis notas». No. Tus notas dicen algo sobre cómo estudias, pero no hablan de tu creatividad, tu liderazgo, tu empatía, tu sensibilidad ni tu forma de recuperarte cuando fallas. La escuela mide una parte mínima de ti; la vida necesitará mucho más de tu mundo emocional y de tu capacidad para levantarte cuando algo no salga como esperabas.
Luego está la idea de que deberías saber ya qué hacer con tu vida. Tampoco. Aún estás construyéndote. Tu cerebro se desarrolla, tus emociones buscan sitio y tu identidad cambia. No eres inestable: estás creciendo. Entenderte lleva tiempo, y equivocarte forma parte del camino, aunque a veces los demás actúen como si todo tuviera que estar claro desde ya.
Quiero darte una clave que habría cambiado mucho en mi historia: conocer tus valores te orienta más que cualquier plan. Tus valores son lo que realmente te importa, lo que te mueve y lo que te ayuda a decidir quién quieres ser. Cuando los reconoces, ves qué caminos te acercan a ti y cuáles te alejan, y empiezas a distinguir entre lo que deseas y lo que solo intentas cumplir para gustar a otros.
Otra creencia dañina es pensar que «sentir mucho es un problema». Sentir mucho no es debilidad; es sensibilidad sin entrenar. La inteligencia emocional te acompañará en todo: relaciones, decisiones, calma. Aprender a entenderte, poner límites, pedir ayuda y nombrar lo que sientes te sostendrá más que cualquier sobresaliente. No ignores tus emociones: son señales, no estorbos.
Recuerda esto: lo que crees sobre ti hoy será la base de tu futuro. Por eso pregúntate con honestidad: ¿esta idea me impulsa o me encoge?, ¿viene de mí o de otros?, ¿me ayuda a crecer o solo me frena? La mayoría de los bloqueos empiezan en una creencia que jamás revisaste.
No tienes que cambiarlo todo ahora. Solo atreverte a dudar. Crece quien cuestiona lo que piensa, no quien finge tener todas las respuestas. Permitirte cambiar de opinión también es madurar.
Y sobre el futuro: estar bien no llega solo. Depende de lo que crees sobre ti, de cómo manejas tus emociones y de la valentía que tengas para seguir aprendiendo, incluso cuando duela un poco. A veces avanzar será incómodo, pero no por eso dejará de ser avance.
Quédate con esto: nunca es tarde para ajustar, aprender, reconstruir o comenzar de nuevo. No estás definido por tus fallos ni por tus notas. Estás creciendo, y hacerlo es imperfecto, pero valioso.
Desde tu futuro solo quiero recordarte lo esencial: tú decides quién vas siendo, y siempre puedes decidir de nuevo.