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El carnaval de Don Pablo

21/05/2024
 Actualizado a 21/05/2024
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Cuando llegan los carnavales, cabe señalar la tendencia a utilizar como modelo de disfraz los hábitos de obispos, curas y monjas. Generalmente dejan bastante que desear, pues suelen ser bastante chapuceros. Pues bien, a lo largo de estos días, los medios de comunicación nos están bombardeando con la imagen de un tal don Pablo de Rojas, que dice ser obispo, pero cuya indumentaria nos llevaría a pensar que se trata de alguien que se ha disfrazado para un desfile de carnaval o, en el mejor de los casos, de un personaje decimonónico de las novelas de Galdós, si bien lo propio sería enmarcarlo en los esperpentos de Valle-Inclán. Así mismo, su mano derecha, el clérigo que le acompaña, más sobrio en sus hábitos talares, no resulta menos cómico que el Jefe.

Sería como para reírse, si no fuera por el daño que están haciendo a unas pobres monjas de clausura a las que están engañando miserablemente. Las religiosas contemplativas, aunque algunos no lo entiendan, prestan un gran servicio no solo a la Iglesia, sino a la sociedad, tanto más necesario cuanto más materialista se vuelva el mundo en que vivimos. Resulta chocante que unas personas que son verdadero ejemplo de servicio y fidelidad a la Iglesia católica estén ahora decididas a romper definitivamente con todas las consecuencias, haciéndose merecedoras de la más grave y severa pena canónica como es la excomunión. 

Ahora bien, si los principales responsables de este triste episodio son el falso obispo y su compinche, no lo es menos la Madre Superiora, que es quien debería evitar que tanto ella como las religiosas que están bajo su autoridad fueran víctimas de esta secta tan esperpéntica. O es muy ingenua o es muy ignorante, o ambas cosas a la vez. ¡Cómo puede caer en las garras de un cantamañanas y vividor, que se atreve a ponerse por encima de todos los grandes y santos papas se la segunda mitad del siglo XX, desde San Juan XXIII, continuando con San Pablo VI, el Beato Juan Pablo I, San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco! ¡Cómo se atreve a descalificar uno de los más grandes concilios de la historia como es el Vaticano II! Sin duda la ignorancia es de lo más atrevido. 

Nos alegra saber que una monja sensata se dio cuenta del timo de la estampita del falso obispo y decidió salir de ese monasterio. Probablemente otras harían lo mismo, si tuvieran oportunidad. Las monjas de clausura son buena gente, Aprovechamos para felicitar a las de Ponferrada, en la calle del Reloj, que están celebrando los 500 años de su monasterio.

 

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