Carlos Cano y Paco de Lucía

Hoy es un día en que como tantos otros entran en mi admiración dos andaluces de mirada universal unidos por la música. Gracias a ellos he aislado muchas veces mis soledades más difíciles, inconfundibles e incomprensibles. Y he aquí que a la altura de estos días agitados por esta campaña electoral sembrada de partidos nuevos y antiguos,corrupción a embute y sensaciones difíciles de descifrar o explicar ellos, los dos, sobreviven en mi recuerdo como aire que alimenta horas y proyectos de sueños, algunos todavía por soñar.

Toda mi admiración para el cantautor y poeta granadino Carlos Cano, el primero de los dos en desaparecer de la faz de la tierra. Toda mi admiración para el compositor e intérprete de flamenco a la guitarra, el gaditano algecireño Paco de Lucía , Francisco Sánchez Gomes, hijo de Lucía ‘La Portuguesa’.

Todo mi fervor para el cantautor del imborrable fado ‘María la portuguesa’ con su corazón amorosamente trastornado o de las ‘Habaneras de Cádiz’ o de esos ‘Ojos verdes’ como la albahaca, quien de joven emigró a Suiza y Alemania.

Todo mi fervor para el innovador guitarrista de flamenco que arrancó a tal instrumento acordes universales como desgrana su último concierto, ‘Entre dos aguas’ o, con antelación, ‘Canción de amor’.

A ambos hijos de la humildad, reconocidos, premiados, idolatrados les envío una posdata rubia: hoy sigue siendo azul el cielo, los picos de las cigüeñas son unas tijeras muy largas y el corazón como entonces, sin miramientos, les sigue fallando a los músicos que prosiguen su oficio con pasión.

Hoy es mayo. A diario, en rápida avanzada, viajo en metro. Con alegría advierto que Madrid recientemente ha dedicado la estación final de la línea nueve a Paco de Lucía. Un vecino ilustre es un vecino ilustre por los cuatro costados. Total, que si antes me subía con alegría a dicha línea porque era la que me acercaba a mis amigos Viky y Antonio, ahora el motivo es doble.

Hoy es mayo, los días se presentanrubios, calurosos, a vueltas con las elecciones. El zumbor de los tábanos preconiza que el verano se encamina a los pies del presente.