Último domingo de octubre y cambio de hora. En este caso, se han retrasado los relojes 60 minutos y un poco también el cuerpo. Incluso la mente en alguno de los supuestos. Hay gente a quien la modificación apenas si le afecta. Y hay otros a los que se les descabala el día a día durante una temporada. Duermen peor y la alimentación a deshora les pasa factura. Como si se tratara de un ‘jet lag’ doméstico. Pero es cíclico. Ocurre cada año.
Sánchez, el ‘amo’ del Gobierno y del PSOE, aboga, ahora, por suprimir la norma horaria. Y hasta quizá tenga razón. Es un coñazo. Y es raro que la tenga –o pudiera tener- viniendo de él, la verdad. Aunque para desazón y rareza el fango en el que chapotea desde hace tiempo y del que no es capaz de zafarse. El cambio horario le ha venido de perlas para desviar atenciones públicas –en eso es un tío listo– y hablar de cualquier cosa menos de lo mollar. Es la táctica que desde la Moncloa se viene utilizado cuando pintan bastos. Y le pintan. Aquí sí que es incapaz de cambiar el palo de la baraja para soltar un oro bajo y a esperar.
Lo cierto es que el ‘amo’ se agarra a un clavo ardiendo. Y como todo le da lo mismo –le da igual Juana que su hermana– sigue apoltronado en el sillón del ‘césar’, continúa mangoneando y hace de su capa un sayo. Ojo, no confundir mangonear con mangar, si bien, dado lo que se está denunciado en los últimos tiempos, cualquier cosa sería posible. Empero habrá que esperar, que correr es de cobardes. Lo decía el bueno de Tomás Mantecón, dueño del bar La Solera y antiguo jugador de fútbol, del que contaban –y cuentan– sus compañeros ‘pelotoneros’ –como etiquetaba Crémer a los futbolistas en sus celebradas cartas semanales a la tía Federica–, que era un cacho de pan.
No obstante –y lo narra un socialista emboscado– el presidente ha impuesto que le confeccionen los zapatos con suela de plomo y tacón reforzado, a fin de asentarse mejor por los pasillos del palacio que disfruta y del Congreso de la Carrera de San Jerónimo. De ser cierto hay ‘amo’ hasta 2027, porque entretanto, entre pisada y pisada, le daría tiempo de voltear la tortilla, si es que no se le quema antes. Que el riesgo lo tiene. La realidad es que resulta difícil de entender lo que cuenta el socialista cachondo, porque torres más altas se han caído, como bien supieron los ‘populares’ de la capital leonesa hace algo más de veinticuatro meses, en el recuento de las últimas elecciones municipales. Al momento, ni torres, ni almenas.
Y a otra cosa, mariposa. La UPL, ha reforzado el partido con unas nuevas primeras líneas. Es una medida acertada. En sus filas hay gente competente con las que reorganizar la institución púrpura. En cambio lo que también deberían reforzar, es su presencia en la Diputación, exigiendo al PSOE todo lo que su momento se pactó. Y si hubiese que dar un puñetazo sobre la mesa, se da. Y con todas las ganas.