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Calladita no estás más guapa

25/10/2022
 Actualizado a 25/10/2022
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Las mujeres, únicamente por el motivo de serlo, llevamos sobre nuestros hombros el peso de lo injusto, no hay nada peor que el peso de lo injusto: tienes demasiado carácter, no toleras bien la autoridad, eres demasiado vehemente, si no es tu responsabilidad, calladita estás más guapa, ¿no quieres tener hijos o no puedes?, cuánto has engordado, la culpa es tuya por tener un departamento solo compuesto de mujeres, ¿no sabes que son las peores compañeras?, ¿señora o señorita?, qué bien estás para tu edad, no te lo tomes así, era un piropo, seguro que exageras, no era para tanto, qué borde, seguro que tienes la regla, tranquila no te pongas histérica. Cada vez que una mujer se expresa con firmeza y seguridad en sí misma es acusada de demasiada vehemencia, soberbia y de atacar a los demás, nosotras tenemos que debatir bajito, sin molestar. Convivimos con estos comentarios, los banalizamos porque no podemos vivir en una guerra, todas las mañanas, todos los días y en todas las reuniones, porque no soportamos la sonrisa de medio lado de quien cree conocer tus motivaciones, porque lo que más decepciona es esa compañera que sonríe al jefe y te apuntilla «todos, todas y todes». No podemos vivir en una guerra, no queremos vivir en una guerra, pero vivimos. Porque en cada proyecto, en cada reto y cada día tenemos que demostrar que hemos llegado al puesto por capacidad, por formación y por mérito, porque nos lo exigen y porque han conseguido metérnoslo en la cabeza y ahora ya queremos demostrarlo nosotras como ratonas en una trampa con queso en la que siempre caemos.

Desgraciadamente vivimos en una guerra, con asesinadas, maltratadas, esclavizadas y explotadas simplemente por el hecho de ser mujeres. Hemos conquistado derechos y libertades y los seguimos conquistando por la lucha de muchas, por el apoyo de tantas. Muchos días necesitamos echar la vista atrás y ver el camino recorrido, solo para coger impulso, porque hay mañanas que abrimos el periódico o entramos en las rrss y vemos imágenes que creíamos superadas llenas de señoros y señoritos y sentimos un fuerte retroceso que desanima y hay mañanas en las que alguien esgrime el calificativo feminista como insulto, y escucho a mujeres a las que admiro desde un punto de vista profesional decir eso de... «yo no soy feminista, ¿eh?» y puestos a abrir el corazón y decir verdades siempre duele más el fuego amigo, las abrigadas bajo la bandera del feminismo que lo entienden como otra escalera para trepar a lo más alto porque, como decía Aute, no rozaron ni instante la belleza… sonríen satisfechas en fotos masculinizadas, usando su posición para fusilar compañeras sin darse cuenta que fusilan a sus hermanas, amigas, sobrinas e hijas y también, a corto medio plazo, a ellas mismas.

Las mujeres, se habla muy a menudo generalizando de nosotras. Sin embargo, no existe ningún patrón y somos todas diferentes, quizás porque no somos un cuerpo o un objeto, aunque nos hayan hecho creer que sí. No somos mercancía sexual, ni úteros en alquiler, aunque aún haya que defenderlo en muchos parlamentos, desde aquí mi gratitud a las y los que lo hacen. Mañana seguiremos en una guerra, seguiremos, aunque el peso de lo injusto canse, porque la causa merece la pena y aunque calladitas estemos más guapas, sinceramente... ¿más guapas a ojos de quién?

María Rodríguez es doctora en Veterinaria por la Universidad de León (ULE).
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