Si la educación y la justicia fuesen realmente eficaces en sus cometidos, los derechos de las mujeres deberían estar garantizados. ¿Para qué un Ministerio de Igualdad?
De hecho, en ocasiones la cuestión de las cuotas y la paridad me han parecido absurdas, porque si hay veinte vacantes en un hospital, lo lógico es que esas plazas se ocupen por las personas más preparadas a tal efecto, sean mujeres, hombres o hermafroditas. A estas alturas resulta incuestionable que en casi cualquier área haya hombres y mujeres capaces de asumir con creces puestos de responsabilidad o espacios honoríficos pero lo cierto es que al final, suelen ser hombres quienes alcancen el mérito. ¿Por qué? Pues en muchas ocasiones ellos ni se dan cuenta, el machismo es un tronco de raíces largas muy implantadas y a un hombre le resulta casi imposible no contar, en primer lugar, con sus amigos. Así que la mayoría de las veces ignoran el esfuerzo de muchas mujeres por estar a la altura y otras, sin más, no nos toman en cuenta porque creen que no se respeta la autoridad si tiene nombre de mujer.
Le ocurrió a mi amiga V., en su empresa subieron el sueldo a los empleados varones y cuando ellas insinuaron ambicionar lo mismo les señalaron la puerta de salida como opción. También lo padeció E., médico de profesión, a la que le tocaban siempre las guardias más penosas porque las más cómodas se le asignaban al caballero de turno, con experiencia y tentáculos.
De treinta y cuatro orquestas sinfónicas que hay en España, solo dos son dirigidas por mujeres, a pesar de que hay muchas más alumnas que alumnos en los conservatorios. Si hablamos de premios literarios, de los 1.468 que existen en nuestro país, 257 se conceden a mujeres, frente a los 1.211 entregados a hombres.
Y si protestas, o bien te consideran feminazi o bien te chantajean emocionalmente: «No esperaba estas palabras de ti, siempre te he admirado y lo sabes…».
Calladita, estás más guapa.