No me podía enfadar. Pese a que acababa de abordarme sin miramientos. Fue hace unos días. Cruzando un exiguo y desangelado paso de cebra. El conductor se hallaba en pleno éxtasis, subyugado por la paradisíaca melodía de los ‘Beach boys’. Tal vez surcando alguna enorme ola que rompería, abrazando, contra las arenas de una soleada playa bordada de palmeras brillantes. El hombre tarareaba la melodía ‘California dreams’ con ganas y entrega, moviendo la cabeza de un lado a otro mientras golpeaba el volante, con las palmas de sus manos. Lo de menos era la peatona. O sea yo. Y es que en en ese momento él era irresponsablemente feliz. Seguramente rememoraba plácidos momentos disfrutados en buena compañía. Estaba reviviendo una historia paralela en medio de la anodina estampa urbana de una calle gris.
¿Y quien no se ha refugiado alguna vez en dulce estampa lejana para combatir la mediocridad rutinaria de los días? Por fortuna cada acontecimiento transporta su propia banda sonora.
El año que dejamos atrás y su aciago vírico acompañante se llevaron a uno de los grandes compositores de boleros: Armando Manzanero. Decía un amigo mío al que nunca le aconsejaría que se presentara al ‘Club de la Comedia’ que un bolero es una fábrica de mentiras por aquello de las bolas, en fin, el pobre tampoco había tenido mucha suerte en el amor así que sin duda hablaba desde el desengaño absoluto. Si ahora anduviera cerca le diría aquello de «no sé tú» pero yo no dejo de añorar aquellos tiempos en que besarse y abrazarse era cotidiano, «nos hizo falta tiempo» para darnos cuenta de que estamos hechos para el amor, el tacto y la música y que «somos novios» de la libertad y de la vida al aire libre. Que seguro que como tú «adoro» los rostros plenos y las sonrisas francas o cómplices de mis amigos. Que «no es nada personal» pero detesto precipitarme por las calles suplicando al «reloj que no marque las horas» al filo de las diez cuando el toque de queda nos atrinchera en nuestros hogares que fueron jaula durante aquellos fatídicos días de confinamiento. Que «parece que fue ayer» cuando nuestras calles se llenaron de soledad y frío y las pantallas de móviles se poblaron de algún que otro «te extraño» desesperado. Hay tantas cosas que se fueron con el virus…
Leía que este año también murió el mítico cantante Little Richard. El compositor de aquella célebre ‘A wop bob alu bob a wop ban boom’. Parece un título de broma tramado en noche de sueños, los que no deben faltarnos ni este ni ningún año de nuestra vida. California dreams.

California dreams
02/01/2021
Actualizado a
02/01/2021
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