Hay gente que cae bien a todo el mundo: suelen ser personas muy sociables, con una personalidad acusada y con la capacidad de inventar la frase, ágil y adecuada a cualquier circunstancia, pronta a ser largada sin pensarla demasiado. Como digo, son gente que cae de puta madre a todo dios...; mi amigo, el ‘cabeza buque’, sin ir más lejos, reúne todas estas cualidades, y, la verdad, es que cuándo lleva dos o tres tercios, te descojonas con él. Además, tiene una impostura física ‘im-presionante’ (en dos palabras), y una voz que suena como debieron de hacerlo las trompetas que derribaron las murallas de Jericó. Y es un faltón..., cosa que parece que no molesta a ninguno de sus agredidos, que solemos ser legión, mayormente todos los que tengamos la desgracia de estar a su lado... Pero le perdonamos...; es más: creo que ninguno nos enojamos por sus diatribas: es simpático, y sentir odio a esta calaña de personajes es dificilísimo, como a ese otro de mi pueblo que dijo, sin saber muy bien porqué ni a que venía, aquello de «volar sin alas ye imposible».
En cambio, uno, por ejemplo, que también tiene el diente envenenado de mala hostia y es tan espabilado como él a la hora de faltar, no le suelen pasar ni una...; seguramente porque las suelo soltar con cara de mala hostia en vez de hacerlo con una sonrisa en la jeta... ¡Qué se le va a hacer! El mundo está dividido en simpáticos arrogantes y rancios del Athletic.
El caso es que escribo este artículo el día uno de septiembre (día de muy mal fario, puesto que fue en el que Hitler invadió Polonia, dando lugar a la II Guerra Mundial y que solo por eso debería ser considerado «el día de la infamia»), y el ‘cabeza buque’ y todos los marcianos que vuelven al pueblo durante el verano han regresado a los lugares en los que se ganan (unos mejor y otros peor), el garbanzo y nos hacen sentir, a los que quedamos, abandonados, llenos de melancolía y solos. Hoy, por ejemplo, el bar de Vegas parecía la sala de un tanatorio: éramos cuatro gatos, un perrito y un zorro con penitencia. ¿Cómo puede cambiar tanto el panorama en dos días? El sábado, por ejemplo, Miriam organizó una fiesta de «fin del verano» y aquello era talmente un aquelarre, una orgía sin toque carnal, un sindiós, vamos. Pareciera, a poco que te fijases, un calco de Santiago... Y esto sucede en todos los pueblos de la provincia, desde Candín hasta Caín, lo que agranda el sentimiento de que los ‘irreductibles’ que quedamos por toda la provincia somos unos héroes..., y dado que nuestra media de edad es acojonantemente vieja, apenas nos quedan ganas de luchar para que la vida no se nos vaya por la alcantarilla de la historia.
Además, ahora que los incendios que han asolado la provincia están extinguidos o a punto de hacerlo, no nos queda ni el consuelo de que aparezcamos en las noticias de los diarios o de la televisión, hasta que lleguen (que llegarán), las nieves y las heladas y volvamos a ser noticia de primera página.
A toda la provincia, a partir de uno de septiembre, le quedará el ensueño de lo que hubo y no fue: un lugar en el que niños juegan a tocar los timbres a las doce de la noche. Somos, por culpa de los políticos y de los empresarios que no ven más allá de sus narices, una provincia ‘fallida’, un páramo asolado por la naturaleza, un cementerio de buenas intenciones. Seguiremos siendo la mayor potencia literaria de España, dónde hasta el más tonto escribe un libro o hace relojes, un ‘sambódromo’ de fin de semana, en el que los madrileños, los vascos o los asturianos se maman a base de bien, se ponen ciegos a cecina o a cocido y acaban escuchando a Manolo Quijano cantar sus baladas mientras pagan un cubalibre a diez o doce euros la cosa; un lugar que, por desgracia, sólo sirve para holgar y no para trabajar.
Pero todavía quedan consuelos: la Cultural va la última en la segunda división (carne de descenso, lo mires como lo mires), y la Ponferradina va líder desde la primera jornada de la I preferente...
Y sí: os jodéis y os quedaréis sin leer ese artículo que marcará tendencia, que será premiado con todos los galardones habidos y por haber y que os de dejará con la boca abierto por su clarividencia. Ya tocará, ya...
Salud y anarquía.