Imagen Juan María García Campal

Buen año hagamos

31/12/2025
 Actualizado a 31/12/2025
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Lo confieso: ganas he sentido de volver a enviar al periódico el mismo texto que fue publicado hace dos años, más exactamente el 27 de diciembre de 2023, titulado «¿Qué «feliz navidad» me dicen?». Desistí, toda vez que, ya superadas las navidades estrictas, principales fiestas religiosas, llevamos unos cuantos días con el saludo cambiado a registro exclusivamente civil del que, aun así -lo sé, tiro a raro-, me sigue sobrando ese deseo de (y esa remisión a la) felicidad, entendida con el significado atribuido por la Academia que, a nuestra lengua limpia, fija y da esplendor como: «Estado de grata satisfacción espiritual y física». Estado este que, en mi rareza, no solo es que me parezca muy largo para todo un año y hasta si me apuran unas fiestas… sino que, de así ser, más bien la tengo por consecuencia de la insensatez si no de la inmoralidad, a poco que se puedan utilizar sentidos como la vista o el oído y con ellos ver u oír el estado de la humanidad y enjuiciarla con la razón. Ya lo enseñó Mark Twain en «El misterioso desconocido»: «¿Eres tan poco observador como para no haber descubierto que la cordura y la felicidad son una combinación imposible? Ningún hombre cuerdo puede ser feliz, porque para él la vida es real, y ve lo terrible que es. Sólo los locos pueden ser felices, y no muchos de ellos». 

Vamos, que a poco que los demás hombres, mujeres y niños existan para nosotros y constatemos sus sufrimientos en las condiciones en que viven, no siempre consecuencia de sus actos, sino de voluntades ajenas, hay que ponerle bastante enajenación a la existencia para poder considerarse «feliz». Y esto sin hablar de las causas de desasosiego o zozobra constantes que la vida contiene y tantas veces nos da sin que nadie se las haya pedido. Aquello de que «las desgracias (a mayores) nunca vienen solas».

Así que, mejor procurarnos -no desearnos- unos a otros no tener que afirmar muchas veces a lo largo de nuestros días que ciertos son los toros e intentar -no desear- hacer y hacernos buenos días y así «tal vez nos hiciéramos / por fin más humanos seres / y con ello acaso amasásemos / un más justo mundo y unos mejores días / que huelan a pan y que a pan sepan, / que hagan casa y mujer y hombre y mundo y vida». No otra cosa intento decir cuando cada día escribo «buen día hagamos» o cada semana aquí, a pie de artículo, «buena semana hagamos». No se lo fiemos a los dioses, mejor procuremos cada día hacer de 2026 un buen año, más armonioso en paz, justicia y libertad para todos.

¡Salud!, y buen año hagamos.
 

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