Este año no hubo canción del verano (con permiso de «Nos tocan los quiñones»); este año hubo combustión del verano. Los incendios en las tierras ancianas y vacías del noroeste interior y las quemazones del personal en redes y demás sumideros llenaron agosto de tizones, humo y algunas fogatas de pega. Si en los primeros la intencionalidad suele acompañarse de mala baba e ignorancia, los segundos tampoco las escatiman. Y tópicos, tópicos que no cesan y mueven este bonus track de cantinelas del verano.
El cambio climático no es la causa. Como la hipertensión o el colesterol no lo son, estrictamente, de los infartos. Son fermento y catalizador. Por supuesto que aquel no provoca, en sentido literal y fosfórico los incendios, solo los favorece, atiza, amplifica y crea las condiciones para que sean más frecuentes, graves y su extinción mucho más difícil. Pero no usa cerillas, claro.
¿Dónde están ahora los ecologistas? Como si el que tiene un infarto en plena calle después de hartarse a torreznos se preguntara dónde está en ese preciso momento su cardiólogo. ¿Por qué se odia a los ecologistas y no a los cardiólogos?
La limpieza del monte. ¿Las venas limpias…? no usaré el mismo símil. Pero sí, se puede limpiar el monte. Y se debe. El problema es quién, cómo y con qué medios, si tenemos en cuenta que, no por casualidad, hablamos del rincón más envejecido de España y entre los menos poblados de Europa. Ver a continuación.
Los fuegos se apagan en invierno. Hermosa y paradójica frase que, como todas las paradojas hermosas, oculta una explicación que nos deben. Sobre quién la debe y cuál es cabría un tomo en papel biblia. Aunque lo de Soria y Burgos sea un ejemplo, es solo un ejemplo.
El pueblo salva al pueblo. Cierto con dos acepciones principales y (casi) únicas, a saber: el pueblo entendido como conjunto de ciudadanos/contribuyentes que sostiene una administración para salvarlo y, dos, un pueblo concreto puede ser salvado por sus propios habitantes en un caso concreto. La mezcla forzada de ambos supuestos deriva habitualmente en demagogia o ventajismo político.
Bomberos sin formación y solo en verano. Una de las pocas certezas, una vergüenza cuyos responsables son conocidos. Vótenlos o no, ustedes deciden.
El Estado o la Comunidad. ¿No es la Comunidad autónoma la forma que el Estado tiene en cada territorio en el marco de sus competencias? En efecto. ¿Son suyas las competencias plenas en este caso? Sí. ¿Se solicitó que fueran de otro? No ¿Qué más hay que decir?
Terrorismo ambiental. Existe, en efecto. Pero no lo ejercen tanto los pirómanos, que también (y para cuyo censo ya existe la ficha de penales), como quienes niegan la mayor, el cambio climático y la necesidad de incrementar medios públicos. Que un partido negacionista y desmantelador de lo público haya denunciado al gobierno de la Comunidad del que formó parte hasta hace meses podría llamarse terrorismo racional. O tomadura de pelo. Tópico, en su caso.