28/05/2017
 Actualizado a 19/09/2019
Guardar
Leo en la prensa de León (todo lo que sé de León últimamente es por la prensa) que el precioso valle de Anciles, la aldea que desapareció con Riaño y cuya imagen ya sólo es posible evocar en la película de Julio Sánchez Valdés ‘Luna de lobos’, que la inmortalizó poco antes de ello, acoge desde hace tiempo a una manada de bisontes que se aprovechan de los abundantes pastos abandonados por el ganado vacuno de la comarca, en extinción como sus pobladores. Vuelven así esas montañas a lo que en su origen fueron: un territorio salvaje y de naturaleza pura en el que pastan en libertad especies que habían desaparecido hace mucho tiempo pese a que durante miles de años fueron sus dueñas. Solo falta ya que alguien las pinte de nuevo, como en los tiempos prehistóricos hicieron nuestros antepasados.

Bisontes, osos, cabras monteses… La reserva de Riaño, que amenaza con extenderse a todo León habida cuenta de la deriva de la provincia, es, pues, ya lo que en los lejanos tiempos fue, antes de que los hombres la colonizaran y cultivaran sus valles y abrieran industrias y aumentaran el ganado que pastaba en sus praderas y ramoneaba sus bosques generando una economía pujante que durante siglos fue asentando pobladores en la zona. Lo que muchos anunciaban ha llegado: que la montaña de León desde Riaño a los Ancares y a La Cabrera de Carnicer se convertiría en una reserva india en la que los animales salvajes serían los dueños, desaparecido el hombre prácticamente del territorio. Las vacas que lo acompañaban hoy son bisontes y búfalos y las ovejas lobos y jabalíes. Y la población de osos, hasta no hace muchos años al borde de la extinción, se ha vuelto a recuperar al contrario que la de los hombres, que es la que está en peligro en este momento. Lo dijo alguien y me impresionó: en los últimos años ha habido más nacimientos de osos en la montaña de León que de niños.

Quizá es lo que corresponde. Ver morirse la montaña quizá es lo que corresponde a una generación de leoneses que huye de las alturas y de los fríos salvo para esquiar y hacer excursiones. Pese a su espectacularidad, la montaña es un territorio duro, costoso de trabajar y en el que la supervivencia no es fácil. Por eso se ha ido despoblando y ofrece el aspecto que ofrece hoy. Por eso y por otras razones, claro. Que uno se encuentre bisontes y búfalos en sus valles no es más que la demostración de que ha retornado a su origen, a aquella época en la que los hombres éramos recolectores y cazadores y no, como sucedería después, campesinos y artesanos arraigados en la tierra. Para que luego digan que exageraba el que vaticinó que León acabará convertida en una reserva india.
Lo más leído