Belarmina Pérez Martínez es una chica de Villarejo de Órbigo, hija de una buena familia como tantas de la Ribera, que, en lugar de casarse, tuvo la ocurrencia de meterse monja. Como si eso fuera un delito unos desalmados la detuvieron a ella y a otras veintidós compañeras para fusilarlas contra las tapias del cementerio de la Almudena. No fueron las únicas personas que corrieron esta suerte. Cerca de siete mil doscientas personas entre frailes, monjas y curas, fueron asesinados en parecidas circunstancias y quemados veinte mil templos y conventos, en España, en pleno siglo XX. En este contexto insostenible de persecución religiosa era inevitable una reacción contundente. Y entonces apareció Franco con las mejores intenciones de poner fin a la barbarie. Y así lo veía una parte considerable del pueblo español. Otra no lo tenía tan claro. Y por eso se liaron a tiros unos contra otros.
Ganara quien ganara la contienda, parece que España estaba condenada a ser una dictadura de uno u otro signo. O la que todos conocimos, unos más que otros, o la que hubiera hecho de España un satélite de la Rusia comunista. Pero todo eso afortunadamente ha sido superado, pues tras la muerte de Franco con la instauración de la monarquía el paso a la democracia fue inmediato. Probablemente algún día la historia pondrá las cosas en su sitio y reconocerá que, pese a sus gravísimos fallos, el papel de Franco fue providencial para España, si bien ahora nadie se atreve a reconocerlo ni mucho menos a decirlo en público. Y no solo por los pantanos.
El gobierno actual, que, como decía un chiste un tanto perverso, tiene en común con los de Franco el haber alcanzado el poder sin ganar unas elecciones, está obsesionado por resucitarlo. No solucionarán otros graves problemas de los españoles, pero si lo consiguen, sacándolo de su tumba, lo venderán como un gran logro. Dirán que es una forma de reconciliar a los españoles, pero en realidad su efecto es el contrario: reabrir viejas heridas. Ese es el fruto de la nefasta, sesgada y tendenciosa Ley de Memoria Histórica de Zapatero. Puestos a hacer una Ley de Memoria, digamos toda la verdad, también la de la Beata Belarmina de Jesús y los otros siete mil doscientos compañeros mártires. Y decididos a destruir monumentos, como hacen los talibanes, derribemos el Coliseo, las Pirámides de Egipto y otras grandes obras realizadas por esclavos o a costa de los pobres, concretamente algún pantano… Y perdón por dar ideas a una izquierda resentida y a una derecha acomplejada.

Belarmina
26/06/2018
Actualizado a
08/09/2019
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