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La barbarie encarnizada entre los (h)unos y los (p)otros

22/10/2023
 Actualizado a 22/10/2023
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Como justificación para defenderse de la salvajada criminal de Hamás, Israel está cometiendo un auténtico genocidio en la franja de Gaza, con cientos de hogares destruidos, un millar de niños muertos y el exilio y la desesperación de más de un millón de seres inocentes. No se trata de tomar partido. La única forma de detener el terrorismo islámico y acabar con el despotismo semita es que Israel y Palestina se reconozcan recíprocamente como Estados (?).

Para frenar este horror mutuo –asesinatos por parte de Hamás y bombardeo indiscriminado israelita sobre Gaza–, se hace necesario, a mi parecer, que conlleve un coste económico sumamente alto. Es lo que ayudó a acabar con el apartheid en Sudáfrica, y podría poner fin a la guerra en esta franja.

Imponerle sanciones no implica endemoniar al pueblo israelí. Pero no hay duda de que el Gobierno de Israel, en su versión actual ultraderechista y con una potencial armado de lo más potente y sofisticado del mundo, es responsable ⸺por su absoluto dominio de la tierra, el aire, el agua, la luz, la comida y la libertad de movimiento de todos los gazatíes⸺ de convertir la franja de Gaza en una prisión sin muros de más de dos millones de reclusos que sobreviven gracias a la beneficencia de las ONG. Durante setenta años Israel ha ido ganado terreno de sus vecinos y aprisionado a los moradores de esta estrecha banda de tierra. Su Gobierno cree que tiene la luz verde de apoyo internacional para vengarse multiplicando la muerte y desolación ante cualquier barbarie encarnizada de Hamás. Los distintos acuerdos para poner fin a la recíproca sangría han sido infructuosos. Hamás ha seguido con sus atentados e Israel prosiguiendo con el sometimiento y asentamientos ilegales. La primera no merece el voto palestino ni la segunda participar en eventos culturales y deportivos internacionales, ¿No se está obrando así con Rusia por su invasión a Ucrania? 

Verdad es que el antisemitismo ha sido una constante durante siglos. Es preciso acabar también con ese odio. Pero, seamos claros, ahora se trata de proteger la igualdad y los derechos humanos básicos. Hay que asegurar que la comunidad internacional no sea cómplice de décadas de opresión sistemática a la que el Gobierno de Israel somete a los palestinos. Aunque las comparaciones sean odiosas, los nazis fueron los últimos en cometer un holocausto, iniciado en aquella cruel noche de los cuchillos largos. ¿Y ahora? De víctimas a verdugos.

El relajamiento como vigía del Mossad –reputada agencia de inteligencia israelita– en el control de Hamás, me da que pensar si no tiene algo de actitud deliberada para justificar entrar a saco en Gaza e inmolar sin remilgos ni miramientos, de una vez por todas, a los gazatíes. No olvidemos que Hamás fue un invento del Mossad para debilitar a la OLP, dividir así al pueblo palestino y escusa para castigarlo. Cuando un poder afloja la mano, la reacción espontánea de sus enemigos consiste en agobiarlo más que agradecérselo.

Uno se pregunta, ¿por qué los gerifaltes de ambos bandos, que tienen el poder de movilizar multitudes emponzoñándolas en odios criminales, no se enfrentan solitas entre si, batiéndose por la hegemonía a hostia limpia en un cuadrilátero puesto al efecto, mientras el pueblo se lo pasa bomba a la vista del espectáculo con bombones y bollycaos? ¿Por qué la furia destructiva de las armas ha de pagarla siempre el inocente al que, si le hubieran preguntado su parecer, en su mayoría habría desechado cualquier guerra entre los (h)unos y los (p)otros.

 

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