21/01/2024
 Actualizado a 21/01/2024
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La superstición es una creencia, prejuicio o ritual religioso que discurre por vías opuestas a la razón. Se relaciona con causas sobrenaturales mediante una explicación mágica sin ninguna prueba o evidencia científica. Etimológicamente corresponde al verbo latino ‘super-stare’ (‘permanecer sobre’). Puestos a sentar supersticiones, la lechuza y el búho protagonizan el presagio animal de mal agüero. Y el siguiente ejemplo es buena prueba de la personificación supersticiosa.

El salmantino Filiberto Villalobos (1879-1955) fue un médico de origen humilde que llegó a ser un buen conocedor de los problemas del campo, de la educación y la cultura de la España profunda y primitiva plena aún de supersticiones. Trabajó como médico rural en Guijo de Ávila y Guijuelo. Fue el primero en usar rayos X en Salamanca (y tercero después de Madrid y Barcelona), lo que le originó varias quemaduras y la pérdida del dedo de una mano. De talante moderado, liberal y democrático, fue diputado en varias legislaturas y ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes durante la II República. En agosto de 1936 los nacionales lo tuvieron encarcelado casi dos años, con imposición de una cuantiosa multa e incautación de bienes. Se salvó de ser ejecutado gracias a la intervención directa de Franco antes de que lo acaudillaran, debido a haberle asistido en un accidente de tráfico en 1934. La siguiente anécdota denota el perfil de su personalidad y muestra el proceder de la superstición en España, especialmente en el ámbito rural.

Ocurrió que don Fili –al que por su talante filantrópico le venía que pintiparado este apocorístico– tuvo que intervenir en un pecho a una joven madre por un problema de mastitis.

– Aquí hay que poner ropa limpia –advirtió el médico al observar que la mujer no había mudado de camisa desde tiempo inmemorial–. a lo que ésta respondió: 

La camisa no me la puedo quitar porque estoy embrujada. Casualmente han venido esta noche las brujas, me han dado una paliza y mire usted como me han puesto (mientras mostraba su cuerpo con cardenales causados por golpes durante el delirio por la fiebre alta que le provocó el absceso). 

Precisó que había acudido a la Virgen de Valdejimena, en Alba de Tormes, para ver a la Santa y a un cura muy virtuoso para que le leyera los Evangelios, pero todo había sido inútil. A través de su marido, un curandero le había aconsejado que mantuviese la camisa durante seis meses para así poder deshacerse de las brujas. Escuchado todo con atención, don Fili dijo a la joven:

– Si quieres, yo te saco las brujas del cuerpo, pues existe una medicina para eliminarlas. Si tomándola orinas azul, las brujas desaparecen. 

Accedió la joven a tomar una dosis de azul de metileno (colorante orgánico y antiséptico), pero sin saber que el producto era de ese color. Al día siguiente, a primera hora, la joven llegó alborozada a casa del médico con un frasco de orina azul, y la curación fue instantánea. Fechas después, al correr la noticia, llegó a la consulta el matrimonio más viejo de Guijuelo; la mujer llevaba 30 años embrujada. Durante varios días Villalobos suministró a la anciana sellos de bicarbonato y, cuando la consideró ‘madura’, recetó el azul de metileno, con la consiguiente expulsión de las brujas. Fue el principio de una larga serie de mujeres desembrujadas gracias a este placebo. Porque cuando las afectadas consultaban a los curas de los pueblos: 

– Los Evangelios no curan. Ir a Guijuelo. Don Fili tiene un procedimiento que termina con las brujas de modo «infilible».

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