Somos muchos a los que no nos gustaría ejercer de políticos. No es esa nuestra vocación, pero ello no quiere decir que la política nos resulte indiferente, pues de ella depende en gran manera el presente y el futuro de nuestra sociedad. Por supuesto, tenemos el derecho e incluso el deber de opinar. Recientemente, la muerte de un Papa y la elección de otro nos han hecho pasar por alto, entre otros, temas tan significativos como el gran apagón o los famosos y traicioneros WhatsApp. Lo cierto es que nos preocupa la situación de España y no vemos claro el futuro. Ya sabemos que los diferentes partidos tienen sus asesores. Pues bien, si se me permite el atrevimiento, me gustaría, por unos minutos, hacer de asesor de asesores.
En cuanto al partido principal del gobierno, que al parecer tiene varios cientos de consejeros, le diría que no necesita ninguno, a no ser que quiera seguir dando un trabajo bien remunerado a esos cientos de amigos. Lo que tiene que hacer el Presidente es seguir como hasta ahora, sin miramientos ni escrúpulos, a la hora de pactar y hacer concesiones incluso a los más enemigos de España. Que siga acaparando instituciones e inyectando dinero a los medios de comunicación dispuestos dar la cara por él.
Al primer partido de la oposición, o sea al PP, sus asesores deberían decirle que, aunque le duela, tenga muy claro que él solo no tendrá mayoría suficiente para echar a Sánchez y que haga propuestas positivas para el bien de España, pero que no gaste pólvora en atacar a quien necesariamente tendrá que ser su aliado para desalojar al actual inquilino de la Moncloa, que no se confunda de enemigo. Háganle saber que, si nació VOX, fue para hacer frente a las cobardías y complejos del Partido Popular. Un ejemplo muy concreto está en su no defensa clara y valiente de la vida en todas sus etapas. Que rectifiquen.
Los asesores de VOX deberían advertirle también a su partido y al Sr. Abascal que no se confundan de enemigo y que sean humildes. Ellos podrán tener buenos resultados, pero nunca van a ganar, por muy legítimo que sea soñar. Tienen razón en muchos aspectos ideológicos en los que ha claudicado el Partido Popular del que se desgajaron, pero eviten caer en la tentación del populismo y en gestos de prepotencia. Se agradece que defiendan la vida de los no nacidos, y se entiende que aborden la nefasta gestión que se está haciendo con el tema de la inmigración, pero que no se ensañen contra los inmigrantes, cuya dignidad como personas es incuestionable.