Imagen Juan María García Campal

Artificio y ‘gilinmadurez’

13/12/2023
 Actualizado a 13/12/2023
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Pues nada, que ahora, pasado el largo fin de semana, puente o acueducto, según suerte de cada currante en su convenio laboral o en sus condiciones de neoesclavitud, que de todo hay en las viñas de los señores, ahora sí que sí entramos de lleno en esos días de ficción en los que hasta el más teatrero de los que de varia manera nos ha estado puteando por el dorso durante todo el año o parte de él gesticulará una sonrisa lo menos forzada o más natural posible y nos deseará felicidad para apenas día y medio y prosperidad, aunque él fuese yugo o martillo, para 2024. ¡Qué cruz, señores, qué cruz! Por más que educación y desprecio, amén de defensa de la propia paz, nos hagan regalarles un «igualmente» y si te he visto me olvido.

Me encantan estos días en los que merced al mal llamado espíritu navideño –más me parece ruidoso artificio materialista– que como tsunami de buenismo y consumismo nos invade y favorece la festiva –luminosa y atronadora– erupción de ese falso humanismo que los principales exponentes del capitalismo patrio –es el mercado, amigo– que tan cicatero se muestra todo el año extiende por doquier, con sus variadas consignas, el eficaz embauque del «cómprelo hoy y páguelo…». Lo malo no es que así lo haga el venerado mercado en su beneficiosa lógica, lo peor es la parte de conciudadanos que entrarán a ese cebo porque, aun sea por unos días, en esta «loca historia del mundo», «es bueno ser rey».

Y mientras, archivada o anestesiada la conciencia de la cierta realidad, la mayoría de nuestros gobernantes y aspirantes a ello en cualquiera de las varias demarcaciones en que se organiza el cotarro público, conduciéndose y conduciendo a una parte de ciudadanía hacia la ‘gilinmadurez’. Palabro que formo como mixtura de ‘gilí’ (tonto o lelo) o ‘gilipollas’ (necio o estúpido) e inmadurez (falta de buen juicio o prudencia y de sensatez). Porque, no me dirán ustedes que cosas como, por ejemplo, el intercambio de tuits (¿serán ahora equis?) entre el verborreico nuevo ministro de Transportes y Movilidad Sostenible y el alcalde de Madrid tienen algo de ejemplares o son sólo aguantables cuando sus cosas competenciales están como están y andan como andan, si es que andan.

¿Qué pretenden los unos, qué los otros con esas ‘gilinmadureces’? ¿Que nuestro pensamiento abandone el cerebro y se sitúe en las más básicas y reactivas vísceras? ¿Por tan ‘gilinmaduros’ nos tienen?

No canto villancicos, pero, conste, a sus ancestros cada vez los evoco y miento más.       

¡Salud! Y buena semana hagamos y tengamos.

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