En tiempos donde la inmediatez domina y el espectáculo fácil gana terreno, la figura de Morante de la Puebla se alza como un monumento viviente al toreo clásico, al arte con mayúsculas. José Antonio Morante Camacho no es solamente un torero, es un poeta del capote, un alquimista del temple, un artista que convierte cada pase en una obra de arte efímera e irrepetible. Su toreo, tan arraigado en la tradición como cargado de personalidad, nos recuerda que la tauromaquia es, antes que nada, un arte que se siente y se respira con el alma.
Lo de Morante no se aprende en las escuelas. Su estilo, lleno de aroma añejo, de hondura barroca y de pellizco andaluz, tiene mucho de inspiración y poco de academia. Cuando se le ve parar al toro con la suavidad de una caricia, cuando el capote se abre como un abanico y los vuelos de la muleta dibujan arabescos en la arena, uno comprende por qué el toreo puede emocionar más allá de la lógica.
Su temporada 2023 fue una declaración de principios: más de 90 corridas, con momentos memorables que quedarán en la memoria colectiva de la afición. No toreó por números, sino por pasión. No buscó triunfos fáciles, sino la autenticidad del toreo eterno. Y ahí radica su grandeza: en su rechazo al conformismo, en su compromiso con la pureza. La temporada 2024, marcada por las interrupciones que provocó su estado de salud, hace que las expectativas para la actual se hayan disparado.
Morante es también un torero valiente, en el ruedo y fuera de él. Ha alzado la voz por la defensa de la tauromaquia cuando otros callan, sin miedo al juicio de una sociedad cada vez más hostil a lo que no entiende. Su presencia, su estética, su libertad creativa, hacen de cada tarde un acontecimiento, una ceremonia que solo se explica desde la emoción, como sucedió en Las Ventas en la tarde del pasado 28 de mayo, cuando se hizo merecedor del Premio a la mejor faena de la Feria de San Isidro, y como esperamos que suceda mañana en León.
En un mundo que cambia a ritmo vertiginoso, Morante de la Puebla es un refugio para quienes creen que el arte no debe doblegarse a las modas. Y mientras él siga vistiendo de luces, seguirá latiendo el corazón del toreo.