Armas de doble filo
31/01/2015
Actualizado a
16/09/2019
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Olo que es lo mismo, un arma que posee un filo a ambos lados de la hoja. Vamos, que corta. Sí o sí. Jugamos con la ambigüedad, con las decisiones, con hacer esto o hacer lo otro, sabiendo que puede tener su parte buena, pero también su parte mala. En la vida nos topamos constantemente con armas de doble filo. Personas, elecciones, situaciones de todo tipo que siempre suponen un riesgo. Ahora no se para de hablar de las fianzas. La famosa alternativa para librarse del ingreso en prisión y un claro ejemplo de lo que os estoy contando. Matas, Bárcenas, la Pantoja… y hasta la leonesa Raquel Gago. La agente de la Policía Local imputada por el asesinato de la entonces presidenta de la Diputación ha conseguido salir de la cárcel de Mansilla de las Mulas tras serle negada hasta en tres ocasiones esta posibilidad. ¿La condición? Pagar una fianza de 10.000 euros. Aunque la jurisprudencia en cuanto a las cuantías y las características de dichos depósitos es escasa, el Tribunal Constitucional sí ha recogido que la cantidad impuesta ha de ser asumible por parte del imputado, ya que de lo contrario la medida no tendría ningún sentido. Igualmente asumir dicha cuantía no es sinónimo de libertad, sino una garantía de que el acusado acudirá a juicio o comparecerá ante el juez los días que le sean señalados. Armas de doble filo. Gago no estará encerrada entre cuatro paredes, pero seguirá atada a ciertas obligaciones y a las miradas y los ríos de tinta inquisitorios que se verterán contra ella. Como el caso del ex presidente del Govern balear, a quien le fue impuesta una fianza de tres millones de euros. Su abono o impago pone en una difícil tesitura al que fuera ministro de Aznar: o va a la cárcel, o paga, lo que supone que posee un enorme patrimonio a la vez que acrecienta las sospechas de que lo ha acumulado de manera delictiva. ¿Qué hacer en este caso? ¿Asumir indirectamente la culpa al pagar, o ingresar en prisión con el alto coste emocional que esto supone? Te vas a cortar… sí o sí. Raquel Gago ya ha probado las dos opciones. Ocho meses de cárcel, 10.000 euros de fianza y la cruda realidad: estar siempre en el filo de la navaja.
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