Han pasado ya cerca de tres meses desde las elecciones municipales y aún estamos pendientes de la constitución de la Diputación Provincial, administración fundamental para nuestro medio rural, donde el PSOE leonés se ha dedicado durante los últimos 4 años a zanganear, hacer promesas vacías y reírse de los leoneses en prácticamente todas las áreas de gobierno. Más del 6% del tiempo que la próxima corporación tendrá durante la legislatura para hacer (o seguir sin hacer si es el PSOE el que gobierna) se ha consumido a la espera de poder concluir la elección de diputados provinciales.
Ahora es el momento en el que cada partido con representación en la Diputación saca papel y lápiz y empiece a hacer ejercicios de aritmética para ver qué opciones tiene de gobierno, y con qué otro partido tiene más sentido sentarse a pactar las políticas que les permitan poder avanzar en la idea de provincia que tiene cada uno de ellos y sacarnos del agujero en el que se va sumergiendo León.
En la investidura, VOX, con su único diputado, prácticamente carece de relevancia y tendrá que esforzarse por hacer una oposición constructiva que logre satisfacer a su electorado, teniendo en cuenta que el 66% de sus votantes, procede de municipios sobre los que precisamente no tiene competencias la Diputación.
El PSOE, tras oler sangre en el seno del Partido Popular, ha reculado en su intención de dar «patada para arriba» a Eduardo Morán para seguir apostando por su vacuidad, su incompetencia y su falta de capacidad de trabajo, porque consideran que al final sí o sí la UPL tendrá que pactar con ellos en lugar de con un PP fragmentado.
A la UPL, que es la verdaderamente decisiva en todo este asunto, tanto el PP como el PSOE se lo están complicando a la hora de pactar con ellos, con los nombres que a priori le ponen encima de la mesa, y se debate entre poner una vela al PP o un cirio al PSOE. Por un lado, la inestabilidad del PP les preocupa y por el otro, saben de la ausencia de proyecto político del PSOE para las necesidades de León, porque ya lo han padecido en la anterior legislatura.
En el PP, la lección de aritmética pasa por reconocer que 3 diputados son menos que 8, y que en las elecciones de representantes de cada comarca ha quedado de manifiesto que aquellos que algunos se empeñaban en llamar críticos y rebeldes, resulta que, a tenor de los números, tienen más de oficialistas que los que se autoproclaman como tal.
En lo que a nombres se refiere, entre la mayoría de la opinión pública y publicada, el que siempre aparece como el más capaz de hacer algo nuevo por León y aplicar las medidas que ha demostrado que sabe emplear, es Javier Santiago Vélez. Aunque en esta distopía política, la propia dirección provincial de su partido no quiere reconocer que la mayor probabilidad de gobernar la Diputación es con él de candidato.
La próxima semana sabremos si los siguientes 4 años son años de audacia, trabajo y esfuerzo por nuestra provincia o 4 años de retroceso, poltrona y políticas decimonónicas.