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Aquellos tiempos de ‘la mezquita’

10/10/2025
 Actualizado a 10/10/2025
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Vivir en una ciudad tiene sus ventajas y sus desventajas. Puedes disfrutar de espacios para múltiples actividades, lugares de contacto con amigos y servicios cercanos. Pagas unos impuestos que en el campo o pueblos menores no pagas, pero, en compensación, tienes un ayuntamiento al que puedes demandar ayudas y mejoras incluso quejarte de que no te hacen caso o de que no cumplen lo prometido. 

Es ley de vida… urbana y actual.

Pedid y se os dará, un dicho bíblico que en la vida municipal tiene bastante vigencia. Pides peatonalizaciones, pues toma peatonalizaciones, pides zonas verdes, lo mismo, quieres festejos, pues festejos (aunque a veces no te dejen dormir). 

Y, claro, no siempre pides y te dan. Incluso te dan lo que no pides, a veces hasta para mal. 

En el caso del que aquí se trata, no es muy evidente que se haya pedido, no me consta, quizás por vergüenza torera. Pero se va a dar.

Nos van a poner, ya nos han puesto, mingitorios públicos, o lo que es lo mismo, pero menos elegantemente dicho, sitios para resolver nuestras necesidades fisiológicas más perentorias (a veces). Para hombres, mujeres y niños, para todos, que a todos nos afecta. 

Y eso que es cierto que la normativa general obliga a tener servicios, por ejemplo, en bares, restaurantes y demás locales privados pero con uso público, tales como cines, estadios, etc. Pero, ahí, el acceso hay que pagarlo, o echarle cara y colarse en casos de extrema necesidad (en el caso de vivir en el campo ese problema no existe, que, como asevera el dicho, ancha es Castilla, y León, claro).

He ido a verlos, por fuera, claro, que aún no están en uso, y, la verdad, tienen muy buena pinta. Discretos, un prisma sencillo, de color gris claro, nada llamativo, gratuitos, de manejo fácil (parece), con hilo musical, según nos dicen. Un lujo que hay que agradecer.

Seis, de momento: en Papalaguinda, la Condesa, jardín del Chantre, avenida de Peregrinos, San Pedro y Tierras Leonesas, más un séptimo en Reyes Leoneses. 

Y claro, no he podido evitar el recordar aquél ‘mingitorio’ que estaba en la plaza del ayuntamiento o de las palomas, enfrente del edificio del antiguo consistorio.

Cincuenta y cuatro años desde que aquél fue demolido, o lo que es lo mismo, que nadie con menos de sesenta años se acuerda de él. A buen seguro una gran parte de la población de la ciudad no tiene ni idea de lo que escribo.

Un pequeño edificio, de color crema, con su puerta y ventanas rematadas superiormente con un arco de herradura, digamos que árabes, y que la gracia popular, y precisamente por esos remates, puso nombre: ‘la mezquita de Beni-mea’.

Ni era una mezquita ni se parecía, pero el nombre se consagró, todos sabían qué era y dónde estaba, tanto como para hacer una estrofa para la música de esa canción que dice «Dos cosas tiene León, que no tiene…», y que se completaba, en este caso con «… que no tiene Albacete, una casa de Botines y un palomar con retrete».

Porque palomar era, pues en una esquina del cuerpo rectangular de planta baja y única, se elevaba una torrecilla cuadrada con tejado a cuatro aguas en el que las palomas se refugiaban, y retrete también. 

Alguna vez entré allí, creo que con los dedos de una mano me sobran para contarlas, y más por curiosidad que por otra cosa. Después de tantos años, diría que recuerdo unas colas a veces llamativas (y es que, cuando la cosa aprieta no hay vergüenza ni desdoro), un olor evidente y un estado general no muy limpio, pero tampoco muy sucio.

Allá por 1970 los tiempos modernos llegaron, en forma de aparcamiento subterráneo, las fuerzas de derribo, aunque también me parece que no solamente fue por eso, sino porque no eran precisamente muy higiénicos. Es más, estoy seguro que hoy día no cumpliría ni la más suave ordenanza que se le aplicara.

Y así pasó al limbo de los justos una de esas cosas que tenía León (tiene, según la estrofa), casi al tiempo de otra que ya me gustaría a mí saber por dónde anda (y eso que juro que la he buscado): ‘el reloj’ de la plaza de Santo Domingo, allí donde todos nos citábamos, que no era maravilloso, pero sí, desde luego, mejor que el que actualmente está.

Pues bienvenidas sean, aunque lo sea después de tantos años, esas nuevas ‘mezquitas’ sino por su forma, sí por su uso.

Claro que con los tiempos que corremos, me pregunto cuanto tiempo estarán sin grafittis, pegatinas y demás. He hecho una apuesta con un amigo optimista, y bien quisiera equivocarme, pero mucho me temo que la voy a ganar.

 

10 10 2025 Álvarez Guerra
10 10 2025 Álvarez Guerra

 

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