Apología de la vejez

25/06/2024
 Actualizado a 25/06/2024
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No sé ya las horas de coche que llevan estas ruedas a las que hay que poner freno. Siempre hay destino después del destino y acabo de llegar al segundo del primero. Detrás de la retina, aún caliente, capitales al uso, de las de fondo de armario, en las que lo único que había que ver ahora -no había tiempo para abrir miras a más- era a un Bruce Springsteen en un apogeo inenarrable, como en los mejores tiempos de su E Street Band.

A ver si voy a patinar yo con esto de los «tiempos» y empiezo la retahíla esa de que el tiempo pasado nunca fue peor, y no mueve molino, y todo llega y que si vive el momento que el ayer queda atrás y el mañana no existe…Tenemos el parafraseo diario a rebosar de referencias temporales. Será porque somos finitos y eso es difícil de procesar. Entonces sacamos la cabeza y escribimos en una libreta que ser joven es el alimento de los sueños. Ahí empieza todo. Es la puerta de entrada sin mirilla, con la fuerza de unos pies rebeldes que quieren zamparse el mundo a las bravas. La bravuconería la damos por consumida pasada la barrera de los 50. Bueno, es una zona móvil que se va alejando al mismo tiempo que vamos tocando su valla. A partir de ahí, se cae todo menos el mando de la tele. Y solo queda ponerse las zapatillas al llegar a casa y sentarse en un sofá adecuado a esos lumbares que reprochan los excesos de tiempos pretéritos.

Esa es la imagen de los que estaban fuera de los conciertos. La que quieren ver, zafándose de sus daños señalando al prójimo. Pero cuando ves a una estrella convertida en constelación que fabrica un universo propio en tres horas de música, no puedes pedir que te hagan un resumen a los de dentro que comience con las respuestas a «¿está cascadín ya, eh?, ¿ya va viejo no?». Mahler tenía claro que el edadismo se basa en estereotipos y, cuando algo físico los detona, todo se desencadena. Las canas marcan y la percepción de los septuagenarios se temporaliza incluso con culpa. No conseguimos mirar viendo que el reloj no está en la piel cuando hay magia que crear.

Que la edad solo suma cuando se acaban los retos. Bruce los tiene, y son levantar al mundo en un himno atronador. Desde su declaración de intenciones con su reflexivo «te veré en mis sueños» o «el último superviviente» no tiene más arrugas que enseñar. Tengo los pies destrozados, el ‘cascado’ tiene otro concierto hoy. «Vendetta» edad.

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