pedro-j.-abajob.jpg

Apadrinar árboles

12/03/2018
 Actualizado a 16/09/2019
Guardar
Posiblemente, usted haya visto secarse los árboles que su abuelo plantó hace más de medio siglo en la huerta que está junto a la casa del pueblo, quizás haya metido la motosierra en el tronco de los frutales que había en el jardín para construir una piscina o una barbacoa y estoy convencido de que dejó perderse la viña que durante cinco generaciones había pertenecido a la familia de la misma manera que dejó morir las colmenas que le proporcionaban una miel que no ha vuelto a degustar en su vida. Y ahora compra en el supermercado una fruta insípida, transgénica, importada y cara o tiene en su despensa miel de Marruecos.

Pero no se flagele, porque al fin y al cabo es su herencia. Aunque sí me gustaría invitarle a reconsiderar su decisión cuando sepa que en pleno 2018 apadrinar olivos, naranjos o cepas de viña no sólo está de moda sino que en algunos casos hay hasta lista de espera y es un negocio atractivo para familias que han apostado por vivir en el campo y del campo pero de una forma diferente a lo que se hacía antes y alejada de las prácticas mafiosas de algunas cooperativas.

Me cuenta una conocida valenciana que es periodista pero prefiere la huerta a una redacción de periódico y el tractor al ordenador que gracias a la fórmula de la adopción muchos cultivos abandonados se están salvando gracias a cientos de familias y personas «de ciudad» que siguen día a día por internet el desarrollo de su naranjo, realizan visitas periódicas a la finca para fotografiarse con su apadrinado natural y reciben cada año buena parte de la cosecha de naranjas que produce.

Hay tantas modalidades de apadrinamiento y posibilidades adaptadas a cualquier bolsillo que el éxito de la iniciativa que se extiende por tierras de labor españolas es tremendo. Sé que con las colmenas ya se hace, pero ojalá llegue a León la posibilidad de apadrinar perales, manzanos, castaños o cepas de mencía y de prieto picudo como están haciendo en Valencia con los naranjos o en Úbeda con los olivos. Y no hablar tanto de éxodo rural, de medio ambiente y de fruta transgénica mientras dejamos secar los frutales del abuelo y luego compramos manzanas de Francia o de Chile.
Lo más leído