Sin quererlo, me sorprendo con la calculadora en las manos buscando una tecla para pasar pesetas a euros. Escucho las carcajadas mientras escribo, pero soy de la época del ‘conversor’ y del truco de la división por seis. Para los profanos en el tema, antes de la moneda euro existieron las pesetas, dicen que era el diminutivo de los ‘pesos’, o el nombre de la moneda de plata de dos reales. Ahí me pierdo, que tampoco sumo tantas velas. Pero recuerdo los 20 duros que me daban de propina los fines de semana para salir (eran 100 pesetas; ni 1 euros, vamos). De eso de las pesetas ha pasado tanto como lo del efecto 2000. Recuerdo cuando estábamos finiquitando el 1999, con las uvas en la mano, que eso es lo que nunca cambia, y mirando al VHS (el vídeo en el que veíamos películas; vamos, nuestro viejo Netflix), por si de repente empezaba a echar humo o explotaba por aquello que decían que lo iba a cambiar todo en el mundo de la electrónica.
El caso es que me ha despertado la nostalgia ver el precio que se ha decidido poner a la pensión completa (habitación individual con baño) del que será el primer colegio mayor de Ponferrada. En concreto 803 euros al mes. Y claro, ya sabéis por donde voy. En el 1993 yo entraba a estudiar en una semirresidencia de estudiantes. Realmente eran pisos de un hostelero muy conocido en Santiago de Compostela, ahora fallecido. Casa Román, nada baratos. Mis padres le daban vuelta a los bolsillos cada mes para desembolsar las 60.000 pesetas que costaba aquella habitación compartida (no os apuréis, son 360 euros).
Para mí aquello era una fortuna que me escocía obligarles a gastar e intentaba que las fotocopias fueran pocas. Pero padres tenían claro que ahí no había saldos ni rebajas, y se remangaban para cubrir las mensualidades sin el mínimo fallo ni conversaciones vecinales sobre el estrés. «Es la herencia que os dejamos» repiten hoy, cuando ven que aquello sirvió y que sus cuatro pupilos viven de esas cosechas de sudor. En el 30 aniversario de aquellos tiempos, el coste de ser universitario se ha multiplicado casi por tres y veo a esos padres con ojeras…con hijos margarita (que salen, un pétalo sí y otro no) y aplaudo a los míos, a la peseta, a la nostalgia de tener retos y a aquello de que cualquier tiempo pasado fue…anterior.