Comienzo a escribir estas líneas, mientras los andaluces eligen su parlamento. Nunca como este año habían despertado tanto interés para toda España las elecciones de una de sus autonomías, pues en cierta manera pueden darnos pistas de cara a las próximas elecciones generales, tan deseadas. Ahora haré una pausa para retomar la escritura cuando se sepa el resultado definitivo. (Pausa).
Han pasado varias horas. Por fin se han disipado las dudas. Y por lo que se ve hay muchos motivos para felicitarse. En primer lugar porque una buena parte de los españoles ha podido expresarse en las urnas. No se entiende la democracia si no se cuenta con la participación de los ciudadanos. Lo sabemos muy bien a nivel nacional en unos momentos en los que está imponiendo su hegemonía una minoría respaldada por quienes desean destruir España sin que se nos dé opción a decidir, pese a que se nos prometió que tendríamos elecciones. Aunque no sea del todo extrapolable al resto de España, lo ocurrido en Andalucía sí que puede darnos una idea de lo que puede suceder, devolviendo a más de uno la esperanza.
Otro motivo de satisfacción es el comprobar que todos están satisfechos, porque todos han ganado. Ganó el Partido Socialista, al ser el partido más votado, y está dispuesto a liderar un gobierno que elimine la influencia de lo que llaman extrema derecha. Ganó el Partido Popular porque no perdió el segundo puesto y cree además que puede llegar a gobernar. Ganó Ciudadanos, pues creció considerablemente y creen que pueden optar también a la presidencia del gobierno andaluz. Creció también Podemos y, por supuesto, aun siendo los últimos los de Vox, han cosechado un triunfo insospechado. Vistas así las cosas, resulta gratificante ver que no hay vencedores ni vencidos, que todos han obtenido buenos resultados.
Por otra parte el hecho de que los socialistas, en lo que parece un acto de generosidad y sensatez, estén dispuestos a lo que sea para evitar el influjo de la extrema derecha, tal vez les haga reconsiderar que otro tanto deberían hacer para que no gobierne, tal y como está sucediendo, la extrema izquierda. A no ser que estén convencidos de que la extrema izquierda no sea tan perniciosa como la extrema derecha.
Lo que sí parece claro es que los andaluces han considerado que necesitan un cambio y que lo han conseguido. Ello siempre es un motivo de esperanza de que no vaya a peor la enseñanza, ni la sanidad, ni aumenten las ya de por sí cifras más que preocupantes del paro.

Andalucía y España
04/12/2018
Actualizado a
13/09/2019
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