Empujado a tratar lo contingente, hermanos, lo he tenido fácil esta semana gracias a la fumarola del jueves. Hay que agradecerle además a los cardenales que acabasen rapidito con la elección del papa y no nos hayan tenido semanas distraídos, lo cual solo puede escocer a los guipachimeneas que tienen que volver a casa después de sufridos días de solarium romano.
Como sacarle punta a su estancia en León dará más juego que abundar sobre la identidad de nombres, recordemos que Robert Prevost a.k.a. León XIV visitó León en 2002. Ofició una misa y alguna cosita más con motivo del centenario del colegio que su orden tiene aquí y que según cierto libro corrió de 1901 a 2001 pero que encajaría en otra centuria siguiendo a la web del centro cuando data la fundación en 1881. Lo que es seguro es que el actual complejo latifundista de la Carretera Alfageme no llega ni al medio siglo porque fue en 1977 cuando ventilaron el anterior para dejar sitio donde levantar un céntrico edificio residencial.
Tras aquella visita parece que el Papa dirigió un saluda al personal agradeciendo lo humano y fraterno que era el alumnado gracias al oportuno y semejante trato recibido por los hermanos educadores. Pero en esto hay que discreparle un poco al Papam (veritas vos liberabit).
Desconozco los usos del presente, pero en los noventa mis amiguetes escolarizados en los Agustinos bajaban del bus siempre morrudos y quejosos (deprimidos, en el lenguaje de hoy) muy al contrario de aquellos que acudíamos a otros colegios religiosos más humildes y carentes de sus maravillosas instalaciones. No les sanaban el alma los grandes campos de futbol y enormes patios arbolados a los que, por otro lado, se podía ingresar sin esfuerzo allanante siguiendo las vías, en un periplo que ese resto no Agustino hacíamos desde mi barrio a veces para jugar allí los domingos sin que saliesen a espantarnos. Al César lo que es del César.
Reculando un poco más, viejos alumnos de principios de los años sesenta, cuando cobraban trescientas pesetas al mes por cabeza siendo el primer sueldo mínimo interprofesional de aquella doce duros diarios, lo tachan honestamente de clasista, por utilizar la plantilla clerical diferentes escarmientos si el hijo era de Don o si merecía rodilla hincada y brazos en cruz por no serlo.
Su estudio de las ciencias y las humanidades y la experiencia en misiones y en gobierno de realidades duras predisponen a Prevost a ser buen pastor. Pero que no se engañe la progresía aplaudidora, no ha sido la Union de Ateos y Librepensadores quien ha nutrido el conclave, sino cientoypico cardenales que saben como se las gastan los Padres Agustinos. Cuidadín.