Agua
suplica el niño de Gaza,
como otros anhelan el perdón,
las anchas alamedas,
las noches de verano.
Saciar su sed
como si fuese un poema:
esos que se recitan
a la orilla del río.
Los niños que suplican agua
son pájaros de ribera,
sábados de madrugada,
proezas de luz.
Iba al niño en brazos por ásperas colinas
y su mirada era copa vacía,
sombra de viento,
sed de alma.