Javier Cuesta

Agro-ruido

19/11/2025
 Actualizado a 19/11/2025
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En julio apareció en prensa el traumático fallecimiento de David, joven agricultor aragonés muy activo en la lucha del pasado año. En la misma noticia leí, con sorpresa, que había integrado las listas de Vox en las últimas municipales. Y pensé, ¿qué le llevó a creer que ese partido podía defender mejor los intereses del sector primario?

Vengo de la Montaña y de la montaña, del trabajo en el campo y de las nieves que riman con bienes. Vengo de la tierra; y hacia ella voy, me temo. Defiendo el mundo rural, lo visito, lo disfruto siempre que puedo, mantengo ese vínculo sentimental. Más aún, tengo directo interés familiar en que al sector agrario le vaya muy bien. Sin embargo, a pesar de ese origen, no me gustaron del todo aquellas tractoradas. Entendí algunas de sus luchas (exceso de burocracia, competencia desleal), aprobé ciertas reivindicaciones, pero… observé contradicciones.

A veces conviene dejar un tiempo para reflexionar con perspectiva. En aquellas algaradas había en las carreteras flamantes tractores de doscientos mil euros; hay que tenerlos, en cash, o recibir mucha ayuda para permitirse un cacharro así. En sus cabinas lucían orgullosos banderitas muy patrióticas, pero se paraban a mediodía a jalar hamburguesas en `McDonal´s´. Protestaban contra el Gobierno con insultos, memes y mensajes incendiarios, no contra la Consejería de agricultura de la Junta (de Vox en aquel momento) que tiene esas competencias transferidas. Tampoco reclamaron nunca a otros co-responsables como grandes superficies o almacenistas o intermediarios. Rechazaban la entrada de productos de otros países y a la vez eran partidarios de la globalización y de exportar los nuestros libremente, sin trabas (no los hemos visto ahora movilizarse contra los aranceles de Trump). Entonces dejaron fuera de las protestas a los ganaderos, que tantas causas tienen que poner sobre la mesa. En una manifestación pacífica usaban lenguaje casi bélico del estilo “cuando se inicia una guerra, no se puede parar” y consignas parecidas. En las últimas elecciones europeas, a muchos nos pareció ver detrás del partido ultra, que surgió de la nada y además triunfó, a cierto líder de aquellos tractoristas que antes lo había sido de los camioneros que también quisieron desestabilizar un país porque sí. Etcétera.

Al fin, como en toda manifestación y como casi siempre, sus exigencias se resumían en más dinero (la PAC sea con ellos) y menos trámites para obtenerlo. Peticiones que tal vez no son posibles presupuestariamente y ni siquiera están en manos del gobierno sino de Europa. Hoy, después del pifostio, en este periodo de calma, sin hostilidades a la vista, nos asaltan ciertas preguntas. Cuando decidieron parar sus protestas, ¿a dónde fueron sus impulsores? ¿es que se resolvieron aquellos problemas? ¿porqué no siguen en la calle? ¿tenían razón para hacer tanto ruido y en aquel preciso momento? ¿de verdad no hubo manipulación ni líderes interesados ni pardillos convenientemente dirigidos? Dudas que son razonables y protestas que no lo fueron tanto.

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