Los dramas judiciales que protagonizan los amigos de Sánchez han mantenido a los opinadores ocupados. Quizá por eso haya pasado desapercibida la campaña publicitaria con la que el Gobierno ha querido celebrar los 50 años de la muerte de Franco, pero me parece sumamente reveladora de la situación política en la que nos encontramos.
Mediante anuncios en prensa, radio y televisión, se nos enseña qué es la democracia, haciéndonos ver lo que podemos hacer gracias a ella. Democracia es, según el Gobierno, poder opinar, poder ser de derechas o de izquierdas o poder tener creencias religiosas. Pero la campaña también nos enseña que democracia es poder abortar, practicar la eutanasia o casarse con una persona del mismo sexo. Democracia es, por tanto, el programa ideológico de la izquierda, y todo lo que no sea eso no es democracia. Un partido que no defienda el aborto, la eutanasia y el matrimonio homosexual no es democrático, y los numerosísimos países en los que estos tres postulados no están implantados tampoco son democráticos, con independencia de lo que haya querido votar la mayoría de sus ciudadanos.
Esta mentalidad manifiestamente totalitaria no es exclusiva de un Gobierno extremista como el de España, al contrario, forma parte del ADN de la izquierda. El rojo es aquel que quiere el bien para la gente, como dijo la Pedroche, y quien no lo sea carece de legitimidad democrática, al contrario que demócratas ejemplares como Maduro o Raúl Castro.
Por eso no es extraño, ni siquiera criticable, que el Gobierno pretenda «adoctrinar en democracia» (como dijo el ministro Ángel Víctor Torres en la presentación de la campaña), es decir, adoctrinar en el ideario progre, pero sí lo es que el Partido Popular haya asumido sin paliativos ese mismo ideario. El PP, que pretende disputarse eternamente la alternancia en el poder con el PSOE, defiende en materia de aborto, eutanasia, matrimonio gay e incluso memoria histórica, exactamente lo mismo que el PSOE. Lo que ambos partidos pretenden es que en nuestro tan celebrado régimen democrático sólo se pueda votar a los progres macarras de Ferraz o los más aseados de Génova. De momento no se les arregla.