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Adiós a un personaje

11/11/2023
 Actualizado a 11/11/2023
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Sabía que mi padre era un tipo querido en la provincia de León, pero nunca me imaginé que lo fuera tanto dentro del mundillo periodístico. Él dedicó muchas décadas de su vida a juntar palabras para, a través de periódicos y radios, informar sobre lo que sucedía en la comarca del sur de León. Durante todo este tiempo coincidió y trabajó con un sinfín de compañeros. Si tenemos en cuenta que en el periodismo no siempre está presente el compañerismo que debería existir, estoy todavía emocionado por la cantidad de mensajes y muestras de cariño que he recibido de colegas de profesión que se batieron el cobre junto a mi padre.

Lo dije en su funeral y no me cansaré de repetirlo, se nos ha ido un personaje. Un miembro de esa generación de corresponsales, hechos a sí mismos, que han dedicado sus vidas a ser los ojos y los oídos de las zonas rurales para que en la capital se pudiera saber lo que sucedía en el terruño leonés. Antes de mi padre ya nos han abandonado otros como él y cada vez quedan menos entre nosotros. Nos guste o no, ese periodismo de raza, cercanía y vocación, que ellos ejemplifican, se está muriendo cada vez que perdemos a uno de ellos. Lo peor es que no creo que se les haya reconocido como se merecen su compromiso y dedicación con esta tierra y con la profesión periodística. 

Evidentemente si en su día me decanté por ser periodista, algo tuvo que ver lo que viví en casa desde niño, así que considero que mi padre es responsable, para lo bueno y lo malo, que el que les escribe decidiera dedicarse a contar lo que sucede a su alrededor y, sobre todo, como siempre digo, a difundir lo que alguien o algunos no quieren precisamente que se sepa. Quizás esto fuera un regalo envenenado involuntario que me hizo mi padre, pero ya no es momento de ajustar cuentas. Eso sí, los reproches que podría echarle en cara por haber influido indirectamente en que yo también me dedicara al periodismo, quedan empequeñecidos por el regalo sorpresa que me tenía preparado una vez que su voz se apagó para siempre. Este regalo no es otro que ver cómo muchos periodistas y fotógrafos que habían compartido con él mil y una batallas se acercaron a Valencia de Don Juan a rendirle honores y a despedir a un compañero. Porque eso era Pery, un compañero que siempre estaba ahí para ayudarles en todo lo que pudiera, sin importar la hora o el día en que le pedían una información o una fotografía.
Gracias papá por haberme dado esta última lección de despedida y cómo no, gracias infinitas a todas aquellas personas que de una u otra manera despedisteis a Pery, un andaluz de nacimiento pero leonés de corazón.

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