En la gestión de inversiones siempre está presente la incertidumbre del futuro, especialmente en momentos de crisis. Los próximos meses van a estar influenciados por innumerables factores casi imposibles de predecir y/o cuantificar. Por lo tanto, en lugar de intentar predecir lo incierto, la gestión de las inversiones debe centrarse en razonar y actuar con la máxima sensatez posible. La decisión de no actuar y de mantener una cartera de inversiones sin cambios a veces es la mejor opción cuando no se tiene una bola de cristal. Al fin y al cabo, todo lo que estamos viviendo con la Guerra Comercial y los titulares que genera Trump tiene fecha de caducidad ya que no puede gobernar eternamente.
En última instancia, se está generando la pérdida de la confianza en la economía estadounidense que el mercado muestra a través de la fuerte depreciación del dólar y caída de los precios de los bonos gubernamentales de EE. UU.
En lo que respecta a los mercados, se mueven más rápido que todas las implicaciones económicas. La caída de la bolsa, especialmente de la estadounidense, la depreciación del dólar o la caída de las materias primas, empiezan a poner en precio el riesgo más elevado de recesión. Si se consiguiese evitar, posiblemente hayamos visto los mínimos en los 4.800 puntos de S&P 500. Los síntomas de pánico en la primera semana de abril, cuando se conocieron los aranceles de la administración Trump, fueron evidentes y no se puede descartar que hayamos visto lo peor. Las caídas en el S& P 500 desde el “día de la libración” ya se han recuperado totalmente.
Tomar decisiones de inversión en estos momentos de incertidumbre y volatilidad puede ser complicado si se busca un objetivo de corto plazo. A largo plazo, sin embargo, es mucho más sencillo si se invierte en empresas de alta calidad (crecimiento, márgenes altos, generación de caja positiva, sin deuda y altos retornos sobre el capital) ya que siempre que hay correcciones hay oportunidades de compra.