Podría ponerme al teclado y dar leña a todo lo dicho por ese personaje que revestido de presente presidencial, aun sea de partido, y futuro presidenciable y sus acólitos que, sin conciencia ni arrepentimiento alguno de sus, por omisión, actos pasados, previos al desastre que vivimos, respecto, principalmente, a los peones forestales, que aún no bomberos, que desarrollan los trabajos de prevención y extinción de incendios en su ancha Castilla y este rodal quemado en que se está convirtiendo León. Pero no, no es tiempo de echar más leña a los aún muchos incendios vivos y perniciosos que calcinan montes, campos y parajes y, lo aún peor, vidas humanas y animales, casas y subsistencias y, con ellos, cotidianeidades y hasta la salud de tantos vecinos que están viendo o temiendo ver sus casas, enseres y aperos pasto de las llamas; y aún menos a las vanas palabras de unos y de otros, que ignoro si salen de la ignorancia, la mala fe o el interés estadístico en su larga y furibunda campaña electoral inaugurada ya hace dos años. Mas tampoco quiero olvidar.
Podría recordar cómo, cuando Zapatero creó la Unidad Militar de Emergencias (UME), el Partido Popular dijo que era un “capricho faraónico”, que «España no está(ba) para ese tipo de despilfarros», y ahora…, después de, por absurdo, haberse ahorrado ellos, a saber para qué, su presunto “despilfarro” en “mantener el operativo de incendios todo el año”, piden más UME y ejército, como que esta no fuera ejército. Y ello después de que hoy, miércoles, hace seis días Mañueco afirmase que “el problema no es de los operativos ni de falta de medios”.
O bien podría darme a la equidistancia, que no independencia, a las generalidades (todos los políticos son iguales), es decir, a la antípolitica, al apoliticismo, pero no, soy apartidista pero no apolítico. Sé muy bien quienes normalmente han defendido mejor los intereses de los más. Sé muy bien que quiero y defiendo que los servicios públicos no sean entregados con varia disculpa a la gestión privada, aun sabiendo que hay políticos honrados en todo partido, gestores honrados en toda administración pública y también honrados empresarios en el sector privado, pero ¿para qué despilfarrar en plusvalías? ¿A qué empresas beneficiarán estos fuegos?
Apaguen los fuegos todos, entre todos; pálpense la conciencia, enmiende cada cual sus errores y dejen de encender sectarias pasiones. ¿No saben a quién benefician? ¿No escuchan su funesto silencio, cómo se frotan las manos? ¿Hay que “voxeárselo”?
¡Salud!, y buena semana hagamos.