León vive o muere con el campo

Álvaro Gutiérrez
16/12/2018
 Actualizado a 15/09/2019
Todos conocemos las cifras que hacen innegable un problema que venía ya anunciado. En León mueren más personas que los niños que nacen, y encima los jóvenes se ven abocados a la inmigración por la falta de trabajo en su hogar. Se nota ya en la ciudad lo que en el medio rural estaba claro hace ya tiempo. La despoblación mata a León. La gente, igual que sus dirigentes, está sumida en el desánimo. Los que quedan aquí creen que lo único que les queda es administrar la decadencia en lo que la región reinaugura el desierto del Duero, que parece destinado esta vez a expandirse por la Península entera.

Pero no nos demos al engaño. El desierto del Duero no fue entonces ni es ahora fruto de fuerzas naturales. Son decisiones conscientes, acciones concretas y sobre todo falta de acción. Las iniciativas de los paisanos, los profesionales del campo, se estrellan contra el muro de la burocracia. Se encuentran enfrente, impidiéndoles avanzar, una administración al servicio de los papeles y no de las personas. ¿Qué os voy a decir que no sepáis? León entero está fagocitado por el mastodonte administrativo que es esta autonomía que nunca quiso y que nunca contó con él. Siempre que alguien quiere proponer una iniciativa novedosa que dé esperanzas de futuro ve que trata a todos los niveles (regional, autonómico y nacional) con gente resignada a hacer de gestores de la PAC, robándole el protagonismo en el campo a los que realmente más importan en él. Los ganaderos y agricultores, los empresarios del campo, se ven sin libertad para actuar y son silenciados por quienes quieren rendir pleitesía a unos burócratas en Bruselas que ni conocen ni van a conocer las tierras sobre las que dictan leyes.

Pero si las causas son humanas la solución también. No podemos dar por bueno el fatalismo en el que muchos están asentados. Tenemos que creer en nuestro campo, en sus posibilidades productivas, en su valor en nuestras vidas. Y hay medidas. No falta la gente con ideas para hacer más rentable el campo y más vivo nuestro medio rural. Muy pronto hablaremos de todo eso. Hace falta escuchar estas propuestas, pero sobre todo hace falta la valentía de confiar en los productores para dar la vuelta a esto. El desierto del Duero fue una medida desesperada, quizá necesaria, quizá criticable, como lo fue la política agrícola (y la falta de ella) las últimas décadas. Lo que no fue es un plan de futuro. Lo mismo que los asturianos y leoneses, y luego toda España, fueron capaces no solo de repoblar sino de hacer de un campo yermo motor de una España heórica, nosotros podemos volver a hacer del campo en León y el de toda España fuente de esperanza. Todo empieza por la confianza. «Yes we campo», podríamos decir, si ayudara que lo oigan en inglés macarrónico.

Lo que haga falta. Porque León, y toda España, vive y muere con el campo.
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