En Villamor de Órbigo

Pedro R. Ramos
18/09/2016
 Actualizado a 15/09/2019
Villamor de Órbigo es una de las cinco aldeas que componen el Ayuntamiento de Santa Marina del Rey, en tierras leonesas. Uno de sus barrios es conocido con el bonito nombre de La Montaña; es el más septentrional de la localidad y, dicen, es un jardín… no sé yo si tanto. En el barrio de la Montaña existe un espacio público que conocemos como ‘El Rincón’ (cuentan que en las primeras décadas del siglo pasado los titiriteros que recorrían los pueblos exhibiendo sus artes malabares para ‘malganarse’ la vida, anunciaban a voz en grito sus funciones en Villamor«… que se celebrarán a las diez de la noche en el Rincón del señor Pedro», por ser uno de sus residentes un tal Pedro Rodríguez, por cierto, mi abuelo).

Al grano. Dicho espacio público tiene forma rectangular y a excepción del lado por el que se accede, desde la carretera que atraviesa el pueblo, sus otros tres lados están cerrados por las fachadas de siete viviendas que alojan a otras tantas familias. En una de ellas, en el fondo para más ‘inri’, vive mi amigo Diego. Mi amigo Diego es un muchacho al que una minusvalía le tiene sujeto a su silla de ruedas con la que sale, entra, vuelve a salir, vuelve a entrar y así continuamente para hacer su vida. La suya que no es fácil. Pues bien, desde hace ya más de dos años (¡y los que te rondaré, morena!, me dicen cuando lo comento) el asfaltado de la superficie del Rincón de la Montaña está gravemente deteriorado. Su capa de cemento es inexistente en muchos de sus paños y los baches, socavones, hoyos, piedras sueltas, gravilla amontonada y otros impedimentos hacen que mi amigo Diego tenga que ir con sumo cuidado porque ya son varias las ocasiones en que su silla no rueda bien, se atasca, se atolla y vuelca o a punto está de volcar, con el correspondiente susto o caída. Tampoco es nada fácil para las personas residentes, la mayoría en edades más que avanzadas, andar por tales lugares.

También desde hace más de dos años han sido persistentes las quejas y los requerimientos a las autoridades locales, municipales, provinciales y autonómicas solicitando la toma de decisión para los arreglos oportunos que, pienso yo, tampoco han de ser tan costosos. Pues nada. Como quien oye llover. Vamos pues a denunciarlo públicamente para que nos sigan haciendo el mismo caso. Ninguno. Pero por lo menos que se sepa.
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