Ante la publicación de la información ‘Primeros pasos para impulsar el Camino Olvidado a Santiago. Montaña Central. La sede de Cuatro Valles acogió un encuentro con municipios y entidades y colectivos interesadas para recuperar este histórico trazado y ponerlo en valor»( 11 de marzo de 2016) quisiera hacer las siguientes observaciones.
Hace unos siete años que empecé a trabajar esta ruta: información, exploración, señalización y difusión. Ya en 2012 estaba señalizado (muy elementalmente cierto es) todo el tramo leonés, cosa que ha permitido que en estos momentos ya estén pasando peregrinos. Gracias a mi empeño el Viejo Camino cuenta con los mapas del Instituto Geográfico Nacional, el Ministerio de Fomento lo recoge en su última publicación de los Caminos de Santiago, la Federación de Asociaciones de Amigos del Camino le ha dedicado página propia, figura en gran número de los foros jacobeos y consta en Wikipedia. En mi web (viejocaminodesantiago.com) se puede ver todo el proceso de recuperación desde 2011. Digo esto no para reclamar reconocimiento de investigador de inestimable prestigio o ‘prota’ de la película, sino para puntualizar que la lucha por la recuperación de este Camino Olvidado tiene una cierta historia y es faltar a la verdad u ocultarla publicitar que ahora se están dando «los primeros pasos». Hace años que algunos estamos en la carrera sin afán de protagonismo, pero con el mono puesto y a pie de obra, brocha o spray en mano. Hay quien se ha subido al carro cuando ha intuido que este puede ser el de los triunfadores.
No es esta nota una crítica a la labor periodística de Estefanía Niño que se limita a exponer lo visto y oído o transmitir la nota oficial (coinciden todas redacciones del acontecimiento en la prensa local). Pero la realidad se adentra y se alarga más allá de las dimensiones de las parafernalias, las fotos y la publicidad. En la referida reunión no se cumplieron los acuerdos de Aguilar de Campoo cuyo objetivo efectivamente era «dinamizar un proceso participado». Los organizadores contaban con estos informes que remito al periódico y no se les dio cancha, dando por sobreentendido que lo hecho hasta ahora carecía de rigor histórico. No sé si se puede denominar ‘investigador’ a alguien que pone por fundamento de la historicidad una verdad de fe como es la creencia en la autenticidad de un documento que no se sabe dónde está y por tanto es imposible de demostrar su categoría de fuente primaria. Me estoy refiriendo a la ‘Carta de Gundisalvo a Froilán’ trascrita por Julián González en su Libro Vexu Kamin: por cierto sin dar ningún tipo de explicación sobre los orígenes del documento, pruebas de autenticidad y demás tratamientos a los que se debe de someter cualquier testimonio histórico.
No pude participar en la convocatoria de La Magdalena-Canales por razones familiares que me han impedido trasladarme desde Barcelona donde resido habitualmente, pero los organizadores contaban con mis aportaciones que fueron eliminadas, supongo que por heterodoxas.
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