13/06/2023
 Actualizado a 13/06/2023
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Cuarenta días y cuarenta noches es el tiempo del que nos habla la Biblia en el relato del Diluvio o de la estancia de Jesús en el desierto de Judea. En este caso se trata de números simbólicos que hacen referencia a un tiempo de prueba. Cuarenta días y cuarenta noches es el tiempo que los cuatro hermanos colombianos han permanecido aislados en medio de la selva amazónica, tras el accidente aéreo en que fallecía su madre y otras dos personas más.

Aunque uno no es adicto a la tele, me consta que hay un programa titulado ‘Supervivientes’, palabra perfectamente aplicable a estos cuatro niños que tienen nombre y apellidos: Lesly Bonbaire, Soleiny Jacobombaire, Tien Noriel Ronoque y Cristin Neriman Ranoque Mucutuy. Ignoro los detalles del programa televisivo de la 5, pero entiendo que, estando delante de las cámaras de televisión y siendo contemplados por muchos espectadores, no parece que sus protagonistas tengan especial mérito. En cambio sí es admirable la capacidad de supervivencia de los pequeños que hoy son noticia mundial.

Desconozco la ley de educación que está vigente en Colombia y si, como nuestra más que discutible Lomloe, tiene establecida la evaluación por competencias. Lo que es indudable es que Lesly, la hermana mayor, ha sido realmente competente para sobrevivir y ayudar a sobrevivir a sus hermanos, haciendo de madre, en condiciones adversas. Como es natural todos los medios de comunicación se han hecho eco de la noticia de estos jóvenes héroes, pero son millones los niños que en muchas partes del mundo trabajan para sostener a sus padres y hermanos, que no tienen la oportunidad de acudir a un colegio, que son tratados como esclavos… Pero eso no es noticia.

Contrasta esta cruda realidad con la de nuestros niños y jóvenes a quienes no falta de nada material, a los que no se educa en el esfuerzo ni están preparados para una vida sacrificada. Ciertamente no es culpa suya, sino que la sociedad de consumo y bienestar los lleva por esos caminos. Pero nuestra duda razonable es saber lo que les deparará el futuro tan incierto que les espera y cómo podrán sobrevivir en un mundo hedonista y sin grandes valores. Los niños de Colombia demostraron estar preparados para defenderse en la selva amazónica. Hoy nuestro mundo europeo y español es también como una selva. Por desgracia no todos están preparados para sobrevivir en ella. Los peques de Colombia perdieron a su madre. ¿No es cierto que entre nosotros muchos padres y madres andan también bastante perdidos?
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